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Los flashes no se hicieron esperar en lo que puse un pie en el aeropuerto, Sonreí falsamente mientras que seguía caminando tratando de huir de ellos, lo único que querían era algún chisme de mi.

-Uriel, su padre esta esperándolo en el auto- me informo un tipo con musculatura exagerada.

-¿mi padre?- inquiri extrañado, el nunca me iba a recoger o algo por el estilo, el echo de que este aquí significa que tenia algo entre manos.

Como repuesta tuve un asentimiento de su parte, seguí mi camino los fans y periodistas no dejaban de amontonarse a mi alrededor.

Mentiría si dijiese que siempre fue asi, cuando estaba mas joven y recién comenzaba en este mundo me era divertido el echo de ser un ídolo pero pronto note que no todo era color rosa.

Entre al auto Encontrándome con mi progenitor el cual se encontraba hablando por el celular.

-hola- me moleste en saludar el solo me miro y sonrío, una sonrisa tan falsa como la mía.

No me moleste en devolverle la sonrisa, cruze mi vista con los ojos azules de el chofer, ojos que me miraban con lastima.

...

-estuvo muy rica- palabras y risas vacías eso era todo lo que me rodeaba.

Hipocresía.

Salí del baño con una toalla en mi cintura, lanzándome sobre la mullida cama.

No quería pensar, odio ponerme deprimente.

¡CRASH!

Un sonido de algo quebrándose me saco de mis pensamientos, un escalofrío me invandio desde la punta de mis pies hasta mi cabello.

Armandome de valor salí de la habitación descalzo y en ropa interior deseando que fuese mi padre.

-¿padre?- intente sonar lo mas tranquilo posible.

Llegue a la sala encontrándola vacía, solte el aire me estaba haciendo ideas, necesitaba descansar.

Sentí un brazo rodeandome y un pañuelo en no nariz con un extraño y desagradable olor, ahogué un quejido y todo se volvió negro.

...

Mis ojos estaban pesados al igual que mi cuerpo, un entumecimiento me recorría el cuerpo.

-por fin despiertas- una gruesa voz retumbo en el lugar haciéndome temblar.

Un hombre de aproximadamente 25 años se aproximo hacia mi, tenia un cigarro en una mano tomándolo con gracia, me sonrío y paso su manos por su negro cabello, clavando sus orbes grises en mi, haciéndome estremecer.

Me removí incomodo en mi sitio mordiéndome el labio, fue entonces cuando note que mis manos estaban atadas a mi espalda al igual que mis pies, además de estar vestido, me sonroje ante este último pensamiento.

-¿que es lo que quieres?- le pregunte fingiendo desinterés, el solo sonrió tomándome de la barbilla conectando nuestras miradas.

Atado A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora