Feliz e intrigante

18 2 0
                                    

A media noche una joven de unos quince años de edad respira con fuerza y  de manera rápida mientras permanece dormida. Su cuarto estaba iluminado por la luz de la luna y el aire golpeaba las ventanas produciendo un sonido molestó.  Su corazón palpita de manera pesada con un dolor en su pecho que la hizo despertar. Abrió sus ojos cubiertos de ansiedad como si algo estuviera a su asecho, junto un miedo repentino no conocido. La ventana seguía agitándose por el viento y la cerró con seguro.
Por un momento  se quedó pensante en la cama y se llenó de calma. Minutos después   de nuevo consiguió dormirse sin darse cuenta.

Cerca de su hogar en el bosque una mujer de cabello negro y cara macilenta observaba tras un árbol.  Ella había visto a la joven por la ventana desde allí. Su nariz  aspiraba aire tratando de oler algo y se estremecio unos segundos como si le hubiera gustado el aroma que detuvo su nariz. La mujer tenia aspecto aún un poco juvenil y lucia enferma, llevaba un abrigo negro y unas botas del mismo color con bordes de pelo gris. Ella se acercó a  la casa y caminó por la  cerca de madera hasta la entrada al jardín. Subió al  techo de un salto  y abrió la  ventana con un movimiento de su mano sin tocarla.  Entró en el cuarto de la jovencita sin hacer ningún ruido. Se acercó para acariciar  su rostro y,  oler su aroma de manera excitante. Al instante un fuerte impulso la hizo retroceder  cuando una luz blanca invadió la oscuridad del cuarto al salir del cuerpo de la jovencita. Acto seguido se  formó una cabeza de  algún animal sin rostro grande con dientes muy largos que la arrinconó contra la ventana presionando su cuerpo contra el vidrio, luego se rompió de la presión y así  cayó al césped del jardín. El  estruendo  escapó y se desvaneció rápido. Nadie se percató del ruido como si nada hubiera pasado.
A La mañana siguiente Raquel despertó sin pensar en algúna otra cosa que ir al colegio cuando vio la hora en el reloj que había en la  mesa cerca su cama. Eran las siete de la mañana y el frío había envuelto su piel muy intensamente cuando sus mantas no estaban encima de su cuerpo.
Le pareció extraño el frío repentino y constante  que le salpicaba hasta que se fijó en el gran agujero de la ventana.
Por un momento contempló los vidrios rotos y miró al jardín, allí confundida noto más de ellos junto una marca en el césped. No sabía que habia ocurrido durante la noche y pensó que sus pesadillas  tenían que ver con ello.
Le contó a su madre que otra vez sufrió de sonambulismo luego de bajar las escaleras de madera y sentarse en el comedor a desayunar.
Su mamá expreso con su cara un previsto desagradó mientras guardaba unos recipientes con comida en la nevera.
—Hija, eso es muy delicado, es peligroso caminar a las oscuras.— Dijo la mujer.
—Si mamá no sé qué pasó. Una de las ventanas de mi cuarto amaneció rota, exageradamente dañada, creo que con el bate que tengo ahí debajo de la cama fue como el daño ocurrió. No sé qué pensar.
¡Estoy confundida!
—Calma, calma, cuando regresé tú padre del trabajo hablaremos de esto para ver qué podemos hacer con eso de sonambulismo, por el momento vete al colegio ¡ya es hora!
El día lucía gris y la lluvia empezó a caer cuando Raquel cruzaba la calle para llegar al instituto. Su chaqueta tenía una capota que se puso para cubrirse del agua, llevaba unas botas de plástico muy modernas que le facilitaba al caminar por los charcos. Unas manzanas más adelante llegó al colegio y vio mucha gente entrar y algunos autos alrededor. El bullicio penetró sus oídos cuando fue a buscar su casillero con el número indicado en el medio de un pasillo  con mucha variedad de gente.
Un timbre sonó dos veces para anunciar un encuentro en el patio principal. Había una tarima al otro lado y una gran cantidad de sillas. Un hombre barbado con cabello un poco largo de color rojo empezó a hablar cuando todos se formaron y guardaron silencio. El hombre hablo fuerte y claro diciendo:
Queridos alumnos de Haldes Zan. Quiero avisarles que hemos terminado con el año estudiantil, ojalá puedan disfrutar de sus vacaciones. Los esperamos muy pronto en inicios de enero. A cada grupo les será agninado un nuevo representante estudiantil de uno nuestros maestros aquí presentes.
Hombres y mujeres muy formales lucían muy comprometedores en la tarima sentados, en Sillas de madera gruesas y elegantes. De repente  se género murmullos entre los estudiantes por unos minutos y el hombre interrumpió:
Hagan silencio, porfavor. Y
el silencio de nuevo se mantuvo por otro instante y cada maestro pasaba  al frente para dirigir algunas palabras uno a uno.
Al cabo de unas horas el ruido de las sillas sonaban al ser movidas cuando ya todos se Iván retirando. Era casi la seis de la tarde cuando salió del colegio para subirse al auto de sus padres que la esperaban.
—Hola hija, ¿Ya es el momento de que tomemos unas vacaciones, verdad?
Ella subió al auto. Este se puso en marcha y respondió:
—¿Iremos a visitar a mi amiga Luniz verdad?
—Como prometí , será un gusto de nuevo compartir este fin de año con los Fols.—respondio.
—Llegaremos a casa primero, hija, luego haremos los preparativos y, al cabo de unos días iniciamos el viaje.

Pasaron tres días cuando se finalizó la temporada estudiantil y todo estaba listo para el viaje.
La familia salía  con su mascota: un perrito pequeño, y muy peludo color café. Raquel  de repente salió  con su cabello húmedo corriendo hasta alcanzarlos. Guardó sus cosas dentro la maleta trasera en el auto, luego subió. Se fueron hasta un vecindario algo cerca, no muy retirado, donde viven los amigos de Raquel. Un chico joven alto de cejas gruesas muy pobladas se acercó con una adolescente de anteojos y cabello negro.
El chico sacudio su mano para saludar.
—¡Hola, hola!— dijo el joven muy energético.
—Hola, ¿como has estado Filder?—. Preguntó el padre.  
—¡Luces genial, mírate!—añadio la mujer del otro lado del sillón, con una gran sonrisa en su rostro. 
—vamos, vamos guarden el equipaje en la maleta. ¡Gimena montate!
La chica de anteojos con cabello negro y  tez blanca, asintió con su cabeza y entró al auto sin mover los labios.
Luego el chico ingreso tras ella

Al caer la noche aún seguían en camino, cruzando calles iluminadas rodeadas por montañas, bosques y algún y que otro lago. En el auto se escuchaba la radio sonar notificando sobre algunas noticias del mundo, luego unos segundos después la melodía de una guitarra empezó a cautivar al señor Draind, el padre de la chica que iba al volante; meneó su cabeza dejandose llevar por la música. El ritmo atrapó y contagió a todos, sonrientes hicieron lo mismo.
Llegaron a un estacionamiento, y se fueron a comprar algo para comer en la tienda. Gimena se bajó, junto Raquel, caminaron y entraron a la tienda. Sonó una campanita al cerrarse la puerta. Su madre las siguió y se encontraron en el fondo de la zona de embutidos y bebidas.
—Mamá llevemos de este jugo de mandarina, ¿o este de manzana?—Dijo Raquel.
Celia miraba la etiqueta de
tras la botella del jugo de manzana para lograr ver la fecha de caducidad.
—Este está bien, llevemos de esté, con  unas buenas salchichas, y unos emparedados. A punto de salir Gimena pregunto por el baño a la empleada de la tienda ella  le indicó con su mano por dónde estaba. Mientras les enpacaban los productos en una bolsa a celia, luego de pagar. Gritó Raquel:
—¡Gimena, te esperamos en la salida! Ella asintió con su cabeza y volteó a la esquina del lugar.
Mientras tanto Filder acompañaba al señor Drind a llenar el auto con gasolina y buscó  una tarjeta para pagar en su billetera.
Filder rondaba cerca, miró las estrellas y las montañas oscuras, luego fijó su mirada al otro lado de la tienda y dio unos pasos adelante. Se acercó Draind y observaron juntos un terreno alto cerca a dónde estaban:  allí vieron una criatura delgada y grande caminar. Filder iluminó con su linterna la criatura, y volteó reflejando con sus ojos la luz; observó por unos segundos a los dos hombres con una mirada fija y penetrante, luego de un momento de haber grabado sus imágenes. Cambio de ubicación y se fue de manera natural como si nada y Escondió cerca a unas rocas con sus pasos largos. El corazón de ambos se aceleró por un momento al ver la figura y rostro del animal. Tenía ojos pequeños  redondos, orejas puntiagudas y largas, un cuerpo delgado junto una piel sin mucho pelo.
Escucharon la voz de las chicas y voltearon hacia el auto.
—Que era eso, sr Draind? ¡Nunca había visto algo parecido!—Filder agitó sus manos y Lucía algo nervioso.
—shhist, no lo sé, algun animal perdido, creó, no digas nada, vamos.
Al montarse de nuevo al auto sintieron el calor envolver sus cuerpos.
—Tomen, ¿tienen hambre?— dijo Celia mientras sacaba de la bolsa de papel los emparedados y el jugo de manzana.
—Uuf, ya era hora— Dijo el sr Draind.
Empezaron a comer y de nuevo siguieron el camino.
A la mañana siguiente llegaron a una mansión. El auto pito dos veces al portón de madera  y se abrió al momento. A lo lejos una mujer de vestido esmeralda esperaba en la puerta con una joven de cabello rubio y ondulado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 09 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

 HenssiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora