CAPITULO 2

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Una semana después de los incidentes en el territorio Jeon, una nueva noticia sacudió la tranquilidad del clan. Un asesinato.

La mañana de ese martes se había encontrado muerto en su casa, al canciller de relaciones humanas y derecho de especies de Daegu, una de las personas más cercanas al poder dentro del gobierno shifter de los Jeon. Los detalles del suceso se habían mantenido en secreto de la banda pública más que nada, porque Jeon Jungkook no deseaba que alguien se enterara de la mierda que se había empezado a armar.

Encerrado en su oficina caminaba de un lado a otro observando una y otra vez las imágenes que el cuerpo privado de criminalista le había enviado. Sus cejas estaban a punto de tocarse la una con la otra. Llevaba más de dos horas intentando entender el significado de las palabras que habían sido escritas con sangre en una de las paredes de la casa de la víctima.

"¿No es bonito... el color de la sangre?"

No lo comprendía.

Él personalmente se había encargado de investigar las relaciones, contactos y familiares del hombre. No había cuentas, empresas, proyectos, contratos o simples archivos que incitasen una razón para matarlo. Jungkook lo había conocido cuando era niño y siempre había tenido una buena impresión de él. Justo y transparente en su trabajo, y un buen padre, hermano e hijo para su familia. Seguía sin haber motivo alguno para su asesinato. Lo único que se le podía ocurrir era la vacante como canciller de Daegu, pero dicha conjetura era errónea por sí sola.

Era casi medio día, el sol estaba en su punto más alto y el pelinegro tenía una conferencia de prensa en quince minutos, a la que verdaderamente no deseaba asistir. No le gustaba mentir a su gente y mucho menos ocultarle cosas, pero algo en su interior presentía que el asesinato era más de lo que parecía, y que era mejor trabajarlo con cuidado.

Las pesadas puertas se abrieron sobresaltándolo, y un segundo antes de gritar que había pedido que nadie lo molestase, un peli gris entró casualmente en el lugar.

- Mírate nada más, ya casi ni puedo entrar a tu oficina. – Lo señaló con el mentón. – Cálmate y guarda los colmillos, Kook, que no tengo deseos de una mordida tuya.

- ¿Qué haces aquí? – Preguntó bruscamente.

- Sí, yo estoy muy bien, mi amigo. ¿Y tú? – El más bajo caminó despreocupadamente hasta una pequeña mesita ubicada en un rincón de la estancia y se sirvió de cualquiera de las bebidas que estaban sobre ella. – Ahora toma aire y vuélvelo a intentar, maleducado.

- Lo siento. - Se disculpó, ciertamente no era común que él mostrase sus colmillos o gruñera a las demás personas. Tomó una honda respiración e intentó despejar su mente. – Tiempo sin verte, Yoon. – Esta vez su voz era serena.

- Así está mejor. – Dijo con suficiencia el peli gris, que se acercó a Jungkook y con un rápido movimiento arrancó las fotos de sus manos. Silbó por lo bajo. – Uy, pero parece que alguien se divirtió destripando al pobre hombre. – Pasó la primera foto. – Vaya... esto es...

- Interesante. – Completó él.

- No, iba a decir preocupante. – Observó al pelinegro con una ceja inquisidora.

- Ah... - Por un momento el silencio hizo eco en la habitación. - ¿Y?

- No, no, nada. – Respondió con fingida voz de indiferencia. – Dos meses sin verte y ahora casi le arrancas la garganta a la gente y un asesinato te parece interesante. – Se tomó un segundo para pensar en algo. - ¿No será que te hace falto algo de liberación? Ya sabes. ¿Cuándo fue la última vez que estuviste con alguien?

PECADO CARMESÍ - KOOKVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora