Mil oportunidades

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Todo se había salido de control. La casa estaba hecha un desastre, yo era un mar de lágrimas y Gene intentaba tranquilizarme.

— ¿Podrías dejar de lanzarme cosas, mujer? —Gene se resguardaba detrás del sofá

— ¿Ella se acaba de ir, no es cierto? —pregunté desesperada— ¡Su maldito perfume está por toda la casa!

Seguí impactando cosas contra Gene, todo lo que estaba en mi camino se lo lanzaba, zapatos, libros, jarrones, incluso le lancé su caja de plumillas haciendo que todas que esparcieran por el suelo.

No pude aguantar más y me tiré al suelo a llorar, estaba tan furiosa que mis lágrimas no podían contenerse más.

— ¡Estoy harta Gene! —dije cubriendo mi rostro— Siempre es lo mismo contigo, y yo ya no puedo más con esto

— Déjame explicarte las cosas, es sólo un mal entendido —comenzó a acercarse de manera lenta a mí— Lo podemos arreglar

— ¡No Gene, no podemos! —grité molesta quitándome sus manos de encima— Me has engañado cuantas veces has podido, ¿Crees que no me entero de la cantidad de mujeres con las que te has acostado?, ¿crees que no conozco los nombres de tus malditas groupies? ¡Y para colmo metes a una de ellas a nuestra casa! —dije molesta y me puse de pie mientras él me miraba apenado

Me dirigí a la habitación, estaba dispuesta a empacar mis cosas y dejar a Gene. No podía seguir soportando esta situación, infidelidad tras infidelidad.

Bien mi madre me había advertido sobre no involucrarme con un músico del rock. Ella aseguró que nunca me serían leal, y no estaba tan equivocada.

— Amor por favor, no me hagas esto, ¡No nos hagas esto! —pidió Gene al verme tomar mis cosas

Yo comencé a reír por sus súplicas.

— Eso fue lo mismo que yo te pedí la última vez que te descubrí siendo infiel, te pedí que no hicieras ese daño a nuestra relación... y mira, estamos otra vez donde mismo Gene

Gene me detenía la salida tomándome con fuerza, pero mi coraje era tan grande que lograba zafarme.

— Fui un estúpido, jamás debí hacerlo, estaba ebrio, no razonaba bien —comenzó a sollozar

— Tú nunca razonas Gene. Sólo piensas en alcohol, mujeres y tu maldito bajo

— ¡Lo sé, lo sé! Sé que soy un idiota, y que ni siquiera te merezco, pero por lo que más quieras, por favor no me dejes, no me abandones Dominique —se arrodilló y me detuvo de las piernas— Te amo —susurró

— ¿Amarme? —reí— Eso no parecías pensar cuando te follabas a esa chica

— ¡Por favor, perdóname! —suplicó una vez más— Haré lo que me pidas con tal de que me perdones

— Vete al carajo, eso sería grandioso

Dije y como punto final cerré la puerta de un fuerte azote.

Pasaron seis meses en los que Gene no quería salir de casa, y en los que ni el rock and roll podía hacerlo sentir mejor.

Paul, Peter y Ace iban a buscarlo cada semana y trataban de levantarle el ánimo pero no lo lograban, o al menos eso me contaban ellos en las llamadas que teníamos.

— ¿Podrías al menos limpiar un poco? —preguntó Ace

— Tal vez estés teóricamente separado, pero eres un adulto Gene, y tienes que poner orden aquí —dijo Peter

— Lo haré si traen a Dominique aquí de vuelta —respondió Gene sin ánimos

— Lo hemos intentado —comenzó a hablar Paul— Pero esta vez pasaste tus límites

🥀 Hotter Than Hell | Gene SimmonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora