" can't help falling in love "

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Vacío.

Quizás era la sensación más duradera que había experimentado en toda su vida. El frío viento de diciembre entraba por la ventana semi abierta, llevando consigo el fantasma de la que alguna vez fue su felicidad. Chifuyu estaba envuelto en una manta, en el sofá del salón de su bonito y acogedor apartamento, fumando sin prisa un cigarrillo.

Era un tipo de "costumbre" o "coincidencia" que durante los últimos tres meses del año, su mente retroceda diez años, cuando un suave olor a cítricos inundaba sus fosas nasales y su cabello rubio le caía desordenadamente por la frente. Contando chistes malos y anécdotas graciosas, risas entrecortadas y un poco de pelo de gato cubriendo sus ropas. Su cabeza descansando en el hombro del pelinegro, él rodeando sus hombros con su brazo y dejaba suaves caricias en su cabello.

El recuerdo de lo que alguna vez fue Baji Keisuke se había convertido en algo tan habitual que Chifuyu comenzaba a preocuparse por su propio estado. Era algo tan vivido y tan lejano a la misma vez. Aún cuando los años habían pasado, él seguía sintiendo su cuerpo entre sus brazos, el ardor en su garganta luego de aquel grito desgarrador y la falta de aire en sus pulmones cuando su corazón se oprimió al ver la sonrisa en el rostro de su amigo.

Los recuerdos permanecían acechandolo  entre sueños ( que él llegaría a considerar pesadillas ) junto a la culpa por no haber hecho nada aún cuando no podía, por mucho que lo desease.

Era algo que estaba seguro que, lo seguiría todo el tiempo hasta llegar a la tumba.

Dejó el cigarrillo en el cenicero y tomó la fotografía enmarcada que permanecía justo a diez centímetros de su encendedor.

Eran él y Baji sentados en las escaleras del edificio donde vivían, viendo como un gatito de pelaje negro se alimentaba gustoso. No pudo evitar sonreír como un bobo.

—Fue inevitable para mi joven corazón no enamorarse de alguien como tú. —Quitó el polvo distraídamente, como si estuviera recordando cada momento en el que sus manos se llenaron de sudor por el nerviosismo y sus mejillas de algodón se pintaban de un llamativo y adorable color carmín.

Chifuyu recordaba lo mucho que odiaba sonrojarse por la mínima cosa o cercanía. No culpaba a su yo de doce/trece años, aún con veintitrés años sentía el mismo bochorno.

—Jamás pude decirte que te amaba de una forma romántica. —Sus ojos azul cielo se mantuvieron en la fotografía. Un nudo en su garganta comenzó a formarse pero se obligó a sí mismo a no llorar. No esta vez.

—En algún momento llegué a pensar que todo lo que sentía por ti estaba muy, muy mal. Tenía miedo, no quería perderte; no quería dejar de escuchar como me decías lo mucho que amabas el invierno.

"Este año el invierno ha sido muy hermoso, ¿Cierto, Fuyu?"

Tan solo recordar eso le hizo soltarse llorar ruidosamente, como nunca lo había hecho antes. 

—Quiero reír contigo nuevamente y tomar tu mano.

"Tus manos pequeñas me parecen tan adorables y graciosa. ¡Fácilmente las puedo cubrir!"

Lloró aún más fuerte cuando vio sus manos. Seguían siendo pequeñas ( obviamente no tanto como antes) y eran suaves como él solía decirle. La única diferencia es que permanecían frías porque ya no había nadie que las envuelva y las cubra con su mano.

Porque Baji Keisuke ya no estaba con vida. Y así era desde hace diez años.

—Kei, no pude evitar enamorarme de ti y mucho menos confesarte todo lo que sentía.

—Kei, no pude evitar enamorarme de ti y mucho menos confesarte todo lo que sentía

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lev !

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