- Alice, ven mi amor
Me dirigí hacia mi madre obedeciendo su petición
- ¿Dime mamita?
- Tu padre y yo queremos decirte algo – Su mirada de ternura me indico que se trataba de algo bueno, tal vez un nuevo juguete. Aunque pensándolo bien, nunca se trataba de algo malo.
Papá se acerco a mamá y le tomo de la mano, revise a mi alrededor, buscando el juguete deseado.
- ¿Qué buscas pequeña?
- Lo que me trajiste papi – Él se rio ante mi respuesta y me tomo entre sus brazos
- Esta vez, te he traído algo más especial que cualquier juguete
Mamá sonrió dulcemente, y yo revise la habitación nuevamente con la mirada, esta vez fijándome en cada detalle, pero nuevamente no halle nada.
- Alice… este regalo si se encuentra aquí… pero digamos que no lo puedes ver… aun.
- ¿Qué es?
- Un hermanito, o hermanita – Contesto mamá acariciándose el vientre
Me quede quieta en los brazos de papá, después sonreí y ellos al ver mi reacción me abrazaron y después me llenaron de besos.
- Te amo hermosa – Papá siempre me decía esas cosas, a mis cuatro años eso bastaba para hacerme feliz
Yo era la consentida de mis padres, aun con el embarazo de mamá, ambos procuraban prestarme toda la atención que requería, papá jugaba conmigo al regresar del trabajo, y mamá lo hacía durante el lapso que papá no estaba. A diario me compraban algo, y constantemente me decían lo hermosa y buena hija que era. Por mi parte procuraba portarme como ellos querían, siempre obedecía en todo. Mamá decía que yo era la hija que siempre quiso. Cada vez que era de noche, ambos iban a mi cuarto y mamá contaba un hermoso cuento mientras papá acariciaba dulcemente mi espalda para que el sueño llegase más rápido, sin embargo yo siempre esperaba hasta el final de la historia.
Pero todo cambio cuando llego ese horrible monstro al que llamaron Yess. No era nada parecida a mí, sus ojos eran cafés, y los míos azules, su cabello castaño, y el mío rubio, su piel era ligeramente más oscura que la mía, y se la pasaba llorando por todo cosa que me molestaba más aun que su apariencia y olor a putrefacción, pues mamá tendía a ir corriendo cada vez que esa mocosa lloriqueaba, y nunca le importo si yo estaba haciendo algo importante con mamá, o con papá, como el cuento de la noche, si ella apenas se quejaba su horroroso gimoteo se escuchaba por toda la casa gracias a walkie - talkie que papá había instalado por todos lados, y entonces ambos salían de mi habitación sin siquiera despedirse e iban a verle.
Un día escuche a papá decirle a mamá sobre una fiesta… el fin tendríamos otra fiesta desde que “esa” apareció. Tal vez todo volvería a ser como antes, me darían regalos, y me acunarían en sus brazos. Fui hacia Yess para demostrarle que no importaba cuanto ella hiciese por separarnos, eso nunca sucedería, papá y mamá me amaban, yo lo sabía aunque ahora ya no estuviesen tanto conmigo, lo sabía.
Le encontré durmiendo plácidamente en su cuna, iba a despertarle para decirle, más papá llego y de detuvo mi manita en el aire, después me cargo y me dio un beso.
- ¿Vienes a darle un beso a tu hermanita?
No conteste
- Creo que Alice sabe que es lo que pasa… ¿verdad cariño? – Tercio mamá, la cual acababa de entrar a la habitación.
- No creo que mi pequeñita sepa que mañana es el cumpleaños de Yess
Me quede helada… entonces, ¿La fiesta era para ese monstro?