Nevaba ese día, como era común desde el inicio del invierno. Estaban al menos en el medio de esa temporada, y el frío era para desear tener tres colchas encima y dormir junto a la chimenea. Como cada día, la menor de los Ackerman veía en su mente la nieve. Si ponía sus manos en la ventana, podía sentir con sus dedos el empañado del cristal cayendo suavemente, levemente el frío lograba esparcir su frío por toda su palma causando escalofríos de los que ella disfrutaba; amaba las sensaciones. La cortina estaba abierta por ella mism, a pesar de que su nana le dijo por muchas veces de que se quedará en cama, pues ella, no era alguien de salud estable, estando allí, sintiendo el cristal, sin saber que estaba en el último piso de la mansión, y que su ventana no tenía rejas, el único seguro que había era el trancador de la ventana.
Tenia cuatro de sus cinco sentido a perfeccion, muy bien entrenados, después de todo, uno faltaba. Podía escuchar los paso de su nana subiendo las escaleras, podía sentir el frío, el calor o cualquier textura, podía saborear y oler la sopa, pero no podía admirar con su vista nada de lo anterior mencionado.
Escuchó sus pasos cada vez más cerca de su puerta, se oían ruedas, seguro era de esa cosa en la que le llevaban la comida, sabía sabrosa, la señora Blouse era alguien que hacía magia con el cucharón, y su sopa para el frío de ese día sería lo mejor que le podría pasar. Comenzó a mover sus pies luego de sentarse en el banco que la llevó a aquel lugar, esperando escuchar la reacción de su nana, inocentemente una sonrisa maliciosa se formó en su rostro.
—Señorita Mikasa— Azami, la nana de Mikasa desde que la pequeña tenía memoria, entró a la habitación empujando un carrizo auxiliar, en el que llevaba el desayuno a la pequeña. Pudo ver una sonrisa en su rostro, mientras su mirada estaba viendo a ningún lugar, solo lo negro de su mente— Por favor, muevase de allí— Su orden con tono de suplica hizo que la menor de los Ackerman soltara una risita, quedándose quieta en espera de aquella persona.
Mikasa no podía ver nada, nació sin vista, razón para que sus padres la mantuvieran encerrada como si fuera ganado, pero al menos al ganado lo sacan a pasear a los potreros, ella pasaba allí cada día del año, incluso tenia un intructor que llegaba todos los días, ese no, era domingo, ella era una vergüenza para su familia, ¡Todos lo decían! y ella aún conociendo el significado de la vergüenza, gustosa aceptaba serlo, o quizá a su corta edad no entendía bien aquello. Sus pies no llegaban al suelo, y tampoco podía ver el mismo, pero sabía que no estaba lejos, comenzó a moverlos intentando sentir la silla que había puesto para alcanzar la ventana, su pies derecho sintió el respaldar de la silla, pronto se ubicó mentalmente para tirarse de la ventana y caer en la silla.
Saltó, cayendo justo en el centro de la silla, era un movimiento perfecto, era una persona muy ágil, pero nadie, nadie notaba eso.
—Su padre ha mandado esto— Mintió Azami. Dejó el carrizo cerca de la cama a pocos metros del lugar. Llevaba un conejo tan blanco como la nieve entre sus manos, sus orejas eran largas, y sus pelaje artificial era muy suave, tenia un listón rojo a cuadros en su cuello, un corbatin elegante— es un conejo— Mencionó mientras lo colocaba entre sus manos
—¿Es real?— Preguntó, mientras se sentaba en su cama con la ayuda de su nana, tomando aquel objeto entre sus manos, logrando sentir su textura abrigadora, intentando descubrir algo. Ella nunca había tocado un animal de verdad.
—Es de peluche...— Mencionó, mientras acomodaba el desayuno en un orden específico.
—Le pedí un conejo de verdad— Susurró para si misma, en un intento de berrinche. Mikasa era la primer hija que tuvo la pareja de líderes del clan Ackerman. El matrimonio de Maika Azumabito, y Albert Ackerman. Si el primer embarazo resultaba ser una niña, sería la princesa del clan Azumabito, y sería encaminada por los asiáticos. Si era niño, su deber sería más del clan Ackerman, el líder sucesor del linaje.
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Conejo blanco (Pausada)
FanfictionMientras unos nacen con su salud al pie de la letra, a otros les falta algo. Mientras a uno le falta algo, al otro le sobra, y no importa. Por que, ¿por que debería de importarle?, así era el mundo en el que nació la pequeña Mikasa, pero a ella, a e...