Me paseo por el cuarto arreglando mi vestido y hablando por teléfono. Miro la ciudad, todo están bullicioso y brillante, que me encanta; repleta de edificios y personas que caminan de un lado hacia otro como si la vida se fuera acabar en ese instante, y no hace tanto calor como en California, es un lugar bonito para trabajar.
—Amelia ya llegó y estará a cargo de las chicas, Brian en la puerta y yo por el alrededor, ¿Necesitas más personal?
Cierro los ojos cuando me doy cuenta de que Axel todavía sigue en el teléfono.
—Dile Amelia que tan solo deje salir a las chicas, sin espectáculos ni nada.
—Está bien, ¿Y cómo vas por allá?
Me siento en la cama poniéndome los zapatos. He comprado un vestido de seda con la espalda descubierta y lo he combinado con unos tacones beige y con mi cabello suelto. Amarro la hebilla para levantarme y verme en el espejo del baño.
—Ahora iremos a una fiesta para ver si los chicos que estén allí saben la dirección de Aiken.
—¿Y confías en él?
—Sí.
Cuando él me preguntó lo mismo, yo no le dije tan abiertamente que confiaba en él, porque hay cosas que no me cuadran, pero la forma con la que me prometió ayudarme, sentí que de verdad lo decía en serio.
Conozco a Artemio desde que salí del burdel. Era un chico como cualquiera, rebelde, fiestero y divertido. Hacia reír a todo el mundo, le gustaba hacer carreras y luego hacer fiestas grandísimas, pero no tan solo era bueno para esas cosas sino para administrar el Estigma, nunca tuvieron problemas y eran unidos hasta que llegó su hermano y destrozó todo lo que él hizo. Artemio sabe lo que hace y cuando promete algo no lo hace a la ligera, sí que por eso confió en él en este momento porque es el único que me puede dar a Adelynn sin problemas.
—Espero que no te equivoques.
—No lo haré, te llamó luego.
Saco de mi neceser mi labial para pasarlo sobre mis labios y poner un poco de perfume en mi cuello y muñeca. Me veo bien para hacer esto a última hora. Me tocan la puerta y tomo mi bolso para ir abrir. Artemio se ha puesto unos pantalones negros ajustados con una camisa gris que se ajusta a su cuerpo y como no, su chaqueta de cuero negra.
No hay color que él no ocupe que no sea negra, y no lo hace para creer a los otros que su alma es oscura, porque Artemio no es un chico malo que va por allí rompiendo los corazones de las chicas, tan solo le gusta el color y porque le queda como anillo al dedo, con esos tatuajes adornando sus manos y cuello, lo hace ver peligroso y atractivo.
—Hay tantos colores y tú siempre ocupas el mismo —comentó cerrando la puerta a mi paso.
—Lo mismo diría de tú labial. —Me mira la boca en la que aguarda un rojo pasión tan llamativo como el color de mi cabello.
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Corazón de fuego
RomanceLuego de haber salido del infierno, se prometió que volvería allí para matar a todos los demonios que le hicieron daño, empezando por él. Se preparo para la venganza, aprendió el arte de ocupar su cuerpo para no tan solo dar placer y ese corazón que...