Las personas que más quiere

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2003

Teddy la había observado fijamente durante tanto tiempo que su incomodidad comenzaba a ser obvia para todos en la sala. Su abuela Andrómeda intentó distraerlo llamándolo, pero el niño de cinco años continuó con un ceño fruncido y un puchero, su cabello negro y desordenado imitando al de Harry y los ojos de un profundo tono de gris como los de los Black.

Ante él, en uno de los sillones con adornos tejidos por su abuela, se encontraba Ginny, la actual novia de su padrino Harry.

Esa misma mañana la había oído decir que no le gustaban los niños. Teddy decidió que si no le gustaba a ella pues Ginny tampoco tenía que gustarle a él y había estado mirándola con toda la irritación que podía reunir su pequeño cuerpo durante un buen rato.

De pronto, Harry carraspeó y se acercó para cargar a Teddy. Hasta ahí llegó su mal humor. Le rodeó el cuello a su padrino y se dejó llevar felizmente por una de las personas que más quería en el mundo.

Harry se detuvo ante un árbol mágico que daba vueltas, cubierto por luces que titilaban y adornos graciosos de varitas, escobas y lobos. Le explicó sobre las tradiciones muggles y Santa y Teddy lo escuchó con la boquita entreabierta y los ojos brillantes.

Para cuando lo depositó en el suelo de nuevo, Teddy ya se había olvidado de la existencia de Ginny. Oyó un estallido en la chimenea y echó a correr hacia allí.

¡Otra de sus personas favoritas en el mundo acababa de llegar!

—¡Daco! ¡DAAAACOOOOO!

Teddy se arrojó a los brazos del mago que se había agachado para recibirlo y Draco lo hizo girar en el aire. Él se rio y lo abrazó. Su cabello cambió deprisa a un rubio platinado, pero sus ojos se pusieron verdes, porque se había olvidado de Ginny, no de Harry. Su padrino era importante.

—¿Qué hace aquí? —Escuchó que susurraba Ginny.

—Son familia —decía Harry, en voz baja.

—Es mi sobrino —Por el tono de su abuela Andrómeda, a ella tampoco le agradaba mucho la bruja— y tiene todo el derecho a venir a esta casa en las fiestas.

—Te traje un regalo —le dijo Draco a un emocionado Teddy.

Draco Malfoy le dio su primera escoba que se elevaba más de un metro. Mientras Teddy volaba de un lado al otro, su abuela le preguntaba si era una buena idea.

—Yo tuve mi primera escoba real a esa edad —le respondía Draco, con calma—, estará bien, tiene sangre Black.

Los dos Black mayores se dedicaron a adornar una pequeña mesa que era una tradición importante de los magos y de la que Teddy todavía no entendía nada. Harry sacó un par de escobas para acompañarlo a jugar y le ofreció una a Ginny. Debió pensar que eso ayudaría a su relación con Teddy.

No funcionó, por supuesto.

Teddy había ganado una carrera contra Harry (él se rezagó a propósito), pero cuando le tocó ir contra Ginny, su espíritu competitivo la superó. La carrera acabó con un niño de cinco años que perdía el control por intentar ir más rápido de lo que podía manejar y chocaba un lado de su escoba contra la de Ginny, que pudo recuperar el equilibrio enseguida.

Sólo que se olvidó de atrapar al pequeño. Cuando jugaba con sus hermanos de niña, nadie atrapaba a nadie.

Apenas Teddy golpeó el suelo, su llanto se escuchó por toda la casa.

—¡Abuela Meda! ¡Abuelaaaaa! ¡Abuelaaaa! ¡Daco!

Teddy acabó abrazado a Draco durante el resto de la noche, dándole miraditas de reojo a una Ginny que intentó arreglarlo y fue completamente ignorada por una Andrómeda que era peor que una dragona con su huevo.

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