Corazón

296 45 10
                                    

Dicen que las mentiras duelen más que la verdad.

Quizo creerlo.

Realmente intentó creerlo, sin embargo anhelaba con todo su ser seguir viviendo en esa mentira.

Fueron tantos años desperdiciados.

Entonces corrió. Corrió a través de la ciudad por los techos con su traje de Chat Noir sin saber a dónde ir pero deseando alejarse lo más posible de su casa.

Incluso solo pensarlo dolía, ¿Desde cuándo esa mansión era su casa? ¿Desde que ahí estaba su habitación? ¿Desde que dormía y comía ahí? ¿Desde que de ese lugar provenían todos los recuerdos que tiene de su madre?
Adrien solía creer que soportar la infelicidad, el martirio de la soledad, era lo mejor, por su padre, por su madre, incluso por él. Tenía la esperanza de que algún día todo sería mejor, pero estaba claro que siempre sería infeliz.
Por qué todo era una mentira, una vil y cruel mentira. Por qué él ni siquiera era real.

Todo era falso.

Se detuvo en el Sena, cerca del bote que tan bien conocía.

Sus ojos se posaron en la única ventana que le importaba esa noche; era tarde y solo se veía una tenue luz de lámpara encendida a través de ella. Luka debía estar ahí, durmiendo o tocando la música que tanto amaba.
Sintió su pecho estrujarse al pensar en Luka. Porque él era tan bueno e increíble y se merecía a alguien cuyos sentimientos fueran verdaderos.
Adrien no podía ofrecérselo. Ya no.

Tomó el bastón de su espalda cubierta de cuero negro con cuidado de no dejar caer la otra cosa que su cinturón sostenía, se dio la vuelta con pesadez y lo expandió para ayudarse a saltar a otro techo.

Entonces Luka lo observó saltando desde la ventana.

Pero Chat Noir ya había vuelto a correr.

Necesitaba un lugar alto, la Torre Eiffel lo era, era el mejor lugar para hacer lo que quería hacer.

Fueron minutos agonizantes pero al fin trepó a la cima. La noche se veía espectacular, tan brillante y tan bonita; nadie podría saber jamás que esa noche hermosa se había vuelto una de sus peores pesadillas.
Se sentó al borde de la barra de metal, sintiendo la sensación de adrenalina correr dentro de sí al estar tan cerca del vacío, de la caída mortal. Al menos eso casi le hizo sentir vivo por un momento. Pero eso era todo, solo casi, por qué seguía sintiéndose como un juguete.

Palpó el objeto en su cinturón y lo sacó de su resguardo con cuidado, colocándolo a su lado sobre el frío hierro.

-Plagg, destransformame.

Su voz salió como un hilo suave y quebradizo. El traje se borró de su piel dando paso a la pijama que traía puesta antes de salir huyendo -antes de descubrir...-, y Plagg voló frente a él con ojos cansados y preocupados sin darse cuenta del objeto.

-¿Como te sientes, chico? -Le preguntó.

-Mal.

Plagg no obtuvo más respuesta que esa. Voló hasta el hueco de su cuello y se acurrucó hecho un ovillo, consiente de que Adrien no hablaría más y que un abrazo era lo que necesitaba, y Adrien lo agradeció mucho dentro de sí a pesar de saber que no servía de nada.
El viento sopló sus cabellos rubios alborotándolos, daldole la sensación de frialdad en la piel y de valentía.

-Has sido mi compañero y mi amigo durante los últimos 4 años, Plagg. Gracias por eso.

-¡No tienes que agradecerme! Nosotros estamos destinados a estar juntos siempre. Somos almas gemelas.

Adrien soltó una risa desganada y asintió.

-Lo siento.

Y antes de que la criatura negra pudiera replicar su disculpa, Adrien se quitó el anillo plateado del dedo índice haciendo que desapareciera.

Cuando El Corazón Es Falso (No Sirve Fingir Que No Lo Es) [Lukadrien] ||MLB||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora