No como esos espeluznantes que salían en las películas, esos que se metían en las casas de sus víctimas para olisquear la ropa interior, o de los que se sentaban en los parques para ver a las madres jugar con sus hijos. No, Harry era el tipo de acosador/admirador que buscaba cualquier excusa para ir a molestar al veterinario de su mascota.
Todo comenzó tres meses atrás. Cuando iba caminando hacia su casa luego del taller sobre negocios internacionales. Había tomado el mismo camino de siempre, lo único diferente fue la extraña bolsa negra que se movía pausadamente, estaba al lado de un bote de basura reciclable, lo normal era que fuera una rata tratando de comer desperdicio. A Harry verdaderamente no le importaba, solo la miro por un segundo y paso por su lado pensando en toda la tarea que tenía que realizar cuando llegara a casa, calculando en su mente cuanto tardaría y cuantas horas de sueño tendría si terminaba rápido. Con suerte, tal vez podría ver un capítulo de la serie que dejo a mitad de camino hace semanas, si es que no se dormía por el cansancio primero.
Todo pensamiento fue interrumpido cuando un débil maullido se escuchó entre las vacías calles del vecindario en el que transitaba. Un poco emocionado-porque si, Harry ama a los gatos- Busco al responsable del sonido con la mirada. Él siempre quiso tener un gato, pero sus padres no lo dejaba tener mascota ya que se distraería de su carrera, y aunque a Harry le cueste admitirlo, no podía tener distracciones si quería ser el próximo dueño del bufet que su papa manejaba. Así que solo se dedicaba a darle cariño a los gatos de la calle, a veces les daba comida que le sobraba del almuerzo y trataba de no pensar mucho en si esos gatos tenían casa-A él le gustaba pensar que si tenían un lugar al que volver-Y que solo eran unos aprovechados que ponía ojitos para tener más comida de la habitual.
Un escalofrió lo recorrió la espalda cuando se dio cuenta que la bolsa de basura era quien maullaba débilmente. Con un nudo en el estómago se acercó y rompió el plástico negro ya que estaba fuertemente amarrada con un nudo que le desesperaba en gran manera, mientras escuchaba los pequeños soniditos que esta emitía, demasiados bajos y débiles. Dentro de la bolsa encontró a una gata adulta junto a sus hijos, todos inmóviles, excepto por uno que se arrastraba por los cuerpos de sus hermanos muertos tratando de buscar calor. El corazón de Harry se rompió al ver como un pequeño gatito multicolor con los ojos cerrados se retorcía llamando a su madre.
