hecho por lo q dijo keiji amigos no lean esto

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Luca, o Bálsamo como lo solían llamar sus amigos, era un pobre joven que vivía en La Matanza, no tenía laburo estable pues sus intereses no le favorecían gracias al lugar donde estaba. Él tenía un sueño, visitar Mar del Plata, siempre soñó con conocer ese lugar y ver esas hermosas pero rancias playas, con un mar de gente en pelotas.

"¡Che, vení acá pajin!" Escuchó como lo llamaban, era hora de volver a su trabajo como el kiosquero de barrio que era, estaba harto de su laburo, todos los días tenía que atender porreros a medía noche. Nunca lo trataban bien y más de una vez le metieron una piña por no darles la birra marca Corona gratis. Él sin duda detestaba eso.

"Ahí voy rompepija..." Dijo con un tono cansado, era hora de atender faloperos.

"Quiero un paquete de porros. Che... ¿vos no sos el que vendía merca?" Ahí se encontraba Bálsamo, atendiendo al pelotudo de Emil que siempre le compraba porro a las 4 de la mañana, mientras una mujer le gritaba desde atrás que se apure.

"Flaco me estás jodiendo todos los días te digo que no vendo falopa, anda para allá que te llaman pollerudo." Dijo con las pelotas bien llenas. Bálsamo miraba la hora desde su teléfono BlackBerry, esperando a que su turno termine.

Las horas pasaron así como sus clientes, uno más pelotudo que el otro diría él, se preguntaba cuando iba a tener vacaciones de este laburo de mierda ¿quizás necesitaba hacer más guita? Sí, no ganaba mucho, incluso habían noches en donde no comía por darle su comida a las ratas.

Una vez su turno terminó se fue cansado a su casa (más que una casa era un rancho, estaba hecha de chapa y ladrillos húmedos) Entró agotado dándole un turrón de chocolatada a su rata, para después tirarse en la cama rendido. Con un derrotado suspiro dijo una frase que lo tranquilizaba mucho

"Peronistas de mierda, todo su culpa."

Era un nuevo día, más la misma rutina para Bálsamo, hoy le tocaba el turno de la mañana y efectivamente se quería meter un tiro en la chota.

Evitando tres intentos de robo llegó al kiosco y abrió el humilde local, entre insultos esperó a su primer cliente, y como no era de esperarse era el mismo falopero de siempre.

"Dame la merca maricón yo sé que vendes." Dijo su cliente más regular.

"¡Pedazo de forro ya te dije mil y un veces que no vendo merca, raja de acá porque te voy a bajar todos los dientes!" Exclamó exhausto de la frecuente situación.

"¿¡Y quien chota vende la merca en este barrio pedorro!?"

"No sé hermano fijate pero a mi no me jodas más."

Las horas pasaron lentas y duras, ya era de noche, su jefe le pidió que haga doble turno.

"Pedazo de forro que laburo de mierda" Pensó. pero este día no sería como los otros para Bálsamo, este día haría algo que nunca se imaginó haciendo.

Al salir del trabajo no se dirigió hacía casa, sino que a un supermercado chino.

Se puso una capucha para disimular su presencia, y fingiendo que iba a comprar se acercó al chino y le dijo:

"Dame toda la guita o te bajo los dientes gato."

Pero el chino no le creyó, estaba acostumbrado a los robos y detectó que Bálsamo se veía indefenso, no parecía alguien que de verdad le robaría, parecía un niño jugando a ser chorro. Así que Bálsamo, al ver que no era de amenaza, sacó una navaja que tomo del kisosco y lo amenazó al cuello.

"Dale pelotudo no tengo todo el día."

El chino, al darse cuenta de que venía armado, abrió la caja registradora rogando a que Bálsamo tome todo y lo deje ir.

Bálsamo con una gran ilusión en sus ojos intento agarrar toda la guita, pero su ilusión se esfumó tan rápido como la espuma de las olas, esas que tanto quería ver. En esa caja no había nada más que monedas y billetes devaluados de 2 o 5 pesos.

Se sentía tan tonto, se había equivocado de chino, él no quería robar el chino en quiebra de a la vuelta de su casa, sino que quería robar el Argenchino de a diez cuadras, ese que manejaba su amigo Viktor.

De igual forma se llevó la plata ¿todo suma, no? pero al irse algo llamó su atención, era una docena de sanguchitos de miga ¿y la mejor parte? eran de su sabor favorito, atún. Triste por su deprimente primer robo volvió a su casa lo más rápido posible, intentando convencerse de que no salió tan mal.

Decidió hacer una llamada antes de degustar su cena, y así lo hizo, marcó el número de teléfono y le contó su experiencia de hoy a su amigo.

"¿Pero vos sos pelotudo o te haces? " Dijo su amigo Edgar al otro lado de la línea, sorprendido por lo que hizo Bálsamo, se esperaba de todo menos un robo de su parte.

"Flaco vos no entendés como vivimos acá, no me putees así..." Bálsamo se escuchaba triste, sabía que lo que había hecho no estaba para nada bien y era muy egoísta de su parte.

"Boludo, yo también viví en la villa, pero nunca fui chorro." Dijo Edgar, el era compañero de secundaria de Bálsamo, ambos iban a la misma miserable escuela, sin embargo Edgar logró salir adelante y dejar la villa para mudarse a una costosa casa en medio de Nordelta, con los carpinchos.

"Ya quisiera ser como vos boludo, pero sabes que tuve que dejar el colegio."

"Hermano literalmente le robaste a un chino."

"¡Cerrá el orto! era eso o no comer."

Siguieron conversando un rato más, Bálsamo estaba cada vez más afligido por sus actos ¿un criminal como yo merece ir a MarDel? era lo único que pasaba por su cabeza. Al cortar la llamada por falta de wifi de parte de Movistar comenzó lo que sería su cena, unos sanguchitos de miga de atún, ya duros por la pasa del tiempo, pero aún comestibles y ricos.

"La concha de mi madre, yo también quiero ser un tincho de MarDel... peronistas putos."

Un triste día para un BalsamínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora