¿SERÍA EGOÍSTA?

526 58 35
                                    


Lexa empezó a acostumbrarse a las noches de insomnio.

Se volvió más frecuente y más frecuente, pero sorprendentemente, esta noche, a diferencia de la mayoría de las noches, en realidad no le importó. No cuando aún podía sentir la calidez que los labios de Clarke sobre su mejilla.

Se llevó la mano al rostro, se tocó la mejilla y se rió divertida. Lexa se sintió como una niña que acaba de recibir un juguete nuevo, o una adolescente, que acaba de pedirle una cita a su enamorada y está acepta. Decir que estaba mareada, era quedarse corto. Estaba encantada, estaba hiperactiva y se sentía realmente estimulada.

Lexa rodó sobre su cama y se sentó boca abajo. Se aferró a la almohada que estaba acariciando y casi grito.

Se estaba volviendo ridículo, incluso para ella.

Un golpe en su puerta, la hizo consciente de su idiotez borrachera de amor. Sonaba ligero, tímido, y tuvo que preguntarse, si realmente había oído bien. Miró el reloj de su mesita de noche y frunció el ceño.

Las dos de la mañana.

No obstante, se levantó, ignorando el suelo frío mientras plantaba los pies con firmeza; porque, no había nadie en esa habitación, que llamaría a su puerta y en ese momento, aparte de Clarke.

El pensamiento la hizo tragar. Estaba nerviosa de repente.

Tomando una respiración profunda, se enderezo, aunque un poco temblorosa y se dirigió hacia la puerta.

El pomo estaba frío al tacto, lo mismo que el suelo a sus pies, y el repentino escalofrío que sintió en sus huesos empeoró todo. Por un segundo, se preguntó si debí abrir la puerta.

¿Haría siquiera una diferencia? ¿De qué le serviría si lo hiciera?

Las preguntas llenaron su mente mientras giraba la perilla suavemente, antes de abrir la puerta, sin pasar por alto a Clarke, que se retiraba.

-----

Fue una mala idea.

Pero la tentación era demasiado grande para ignorarla, por lo que Clarke se encontró llamando a la puerta de Lexa, a las dos de la mañana, ni siquiera segura, más bien, sin pensar si la otra chica estaba despierta.

Horas antes, yacía despierta junto a su dormida hija, tocándose los labios que le dejaron un hormigueo, después de besar a Lexa suavemente en la mejilla. Cierto pensamiento, continuó martillando su camino en su mente y le está haciendo doler la cabeza.

Estaba confundida, por decir lo menos, pero además, tenía que saberlo. La curiosidad nunca parecía agotarse y se estaba volviendo bastante agotador.

―Me lo pasé muy bien―, expresó Clarke mientras Lexa la acompañaba hacia el frente de su habitación.

Era un poco tonto, porque se estaban quedando en la misma habitación de hotel, pero Clarke agradeció el gesto de todos modos. De hecho, a ella le encantó. Y por primera vez, estuvo agradecida de que tuvieran dormitorios separados.

―Es bueno saberlo.― Lexa le sonrió y fue contagioso.

Clarke sabía que estaba radiante, y aunque había un poco de silencio incómodo, rodeándolas, su corazón se sentía ligero. No estaba volando, no era nada de eso, pero fue suficiente para hacerla sentirse eufórica. Libre.

Abrió la puerta suavemente y miró a su hija dormida. La niña estaba cómodamente acurrucada entre dos almohadas; a salvo de caerse por los bordes de la cama. Sonrió en silencio y pensó en sus dos amigas. De alguna manera, pensó que la pareja ya estaba preparada para tener una adición a su pequeña familia.

ESTOY ROTA [CLEXADonde viven las historias. Descúbrelo ahora