Prólogo.

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Prólogo

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Prólogo. 3078 Después de cristo. /Comienzo de la veinteava revolución industrial.



Los mechones de cabello caían de forma molesta sobre su visión. Tembloroso, sus labios entreabiertos tomaban bocanadas de aire helado sintiendo su garganta arder, sus brazos se apretujaron contra su pecho abrazando y cubriendo el pequeño cuerpo cálido de la tormenta que azotaba la zona.

Un pequeño quejido lo hizo voltear hacia abajo tratando de asegurarse de que estuviera estable, buscó un sitio terminando por detenerse debajo del techo de un local de electrodomésticos.

  — ¿Tienes frío cierto? No te preocupes, nos encontraré un motel solo quédate tranquilo por favor. — susurró balanceando suavemente a la bola de pelos amarilla. La cabeza del felino se pegó contra su pecho en respuesta. — Solo necesito más tiempo...

La estrella a la lejanía comenzaba a apagarse conforme pasaba el tiempo.

Sentía las ganas de llorar apoderarse de él, no podía hacer mucho. Ya había dejado atrás dos moteles donde no le habían permitido entrar con el gato y otro con una tarifa ridículamente alta. Sabía que estaban en tiempos de fin pero se sentía abrumado.

¿Qué les costaba darle una habitación o armario?

  — Lo siento. — susurró.

Dejó caer la mochila de sus hombros al suelo algo húmedo logrando espantar al cachorro rayado. Lo abrió como pudo con una sola mano y lo arrulló entre sus manos con suaves susurros acomodándolo dentro de la mochila, el felino no prestó mucha atención a esto solo limitándose a mirarlo con esos ojos dorados y redondos.

  — No quiero encerrarte pero debo hacerlo si queremos conseguir un lugar antes de que sea la hora. — respondió, le dio una palmadita en la cabeza terminando por cerrar la mochila y volvió a acomodarla sobre sus hombros. Mordisqueó su labio mirando a ambos lados antes de cruzar la calle con prisa. — Necesito más monedas...

Ignoró los maullidos débiles del felino con el corazón en la mano, el alivio se apoderó de él tan pronto vio la entrada aún abierta de un motel luego de un rato. Apretó las manos sobre las correas de la vieja mochila algo asustado al dejar de escuchar los maullidos todo ese tiempo, examinó el sitio en cuanto ingresó.

Un color seco de rojo y despintado en la pequeña recepción, piso con patrones de cuadros blanco y negro, un escritorio, algunos cuadros feos y un hombre mayor sentado con desinterés mientras hojeaba una revista de noticias.

Pasó saliva en cuanto se paró frente al escritorio sin ser notado por este.

  — Disculpe.

  — Si no tienes dinero no te atrevas a preguntar y sal de aquí niño. Está por ser la hora y ya pienso cerrar. — respondió este sin dejar de mirar la revisar.

Eclipse: Is it wrong. » HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora