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Desde antes de graduarse de la universidad, su primer consejo por parte de sus docentes fue buscar un lugar donde realizar prácticas que lo encaminaran a descubrir el arduo proceso que significaba ser un detective. Él por supuesto tomó el consejo, y desde entonces, ha estado al servicio de la policía, siendo un fiel y valioso miembro que se ganó el respeto de sus colegas e incluso superiores, haciéndolo alguien popular y de renombre.

Desde muy joven, su pasión por resolver crímenes y atrapar a los malos fue creciendo luego de ver unos cuantos metrajes policiales, o al menos más de los que le gustaría admitir. Claro que, ahora que trabaja como un detective real, se daba cuenta de lo lejos que se estaban de la realidad, por eso mismo dejó de ver películas policíacas, no se divertía, por el contrario, analizarlas se volvió inevitable, él mismo se spoileaba cuando descubría quién era el homicida, y eso apestaba, porque entonces, dejaba de lado el disfrute y lo único en lo que pensaba era en resolver un caso ficticio y algunas veces -en su mayoría- absurdo, pues como bien sabía, la ficción no podría estar más alejada de la realidad.

Los días en el trabajo era iguales respecto a la intensidad: sumamente agotadores, pero lo peor de todo era que, el causante de sus jaquecas, no eran los casos que le asignaban, no, en realidad era el inmenso papeleo que debía realizar a diario. Jisung podía jurar que si no fuera por eso, probablemente sus horas de desvelos se reducirían en un ochenta por ciento, haciéndolo incluso más productivo de lo que ya era, dedicándose algo más de tiempo para sí mismo y su familia, posiblemente volver a salir en busca de un buen polvo como hacía mucho no tenía.

Carajo, sí que le hacía falta.

Pero estaba bien con ello, su sueldo era bueno, el trabajo si bien le gastaba mucho tiempo, valía la pena, porque al final eso era lo que de verdad le apasionaba.

Con prisa recorrió los insípidos pasillos del edificio, el lugar era algo aburrido, y eso llegó a irritar a Jisung en más de una ocasión, pero si se ponía a pensarlo mejor, él no estaba ahí para juzgar el diseño del sitio, ni tampoco era una empresa de moda o algo parecido, así que siempre se resignaba a ignorar aquellos pensamientos y devolvía su atención a lo importante: los casos.

Acababa de llegar de casa, anoche se había desvelado -de nuevo- estudiando un singular caso del que había sido encargado, no era la primera vez que uno extraño como este llegaba a su trabajo, pero los desvelos que sufría no eran para menos, especialmente cuando se lleva años haciendo lo mismo. Jisung supo entonces que todos los casos comenzaban a formar un patrón, más aún los de los últimos dos años, y tenían la particular característica de la marca en la víctima, el mismo símbolo que han encontrado en otros cuerpos sin vida. Eso solo significaba una cosa, una bastante obvia: el culpable de aquellos delitos era el mismo.

Ocurrió en el estacionamiento de una escuela no muy lejos de ahí. Sin testigos, pocos indicios, sin evidencia que ayudara a dar con el autor de tal escena, y ese extraño tatuaje que, para Han, era uno muy infantil y estúpido. Era una especie de gusano, parecía una lombriz gigante, tenía rostro y una corona ladeada encima de su cabeza.

Jisung se estaba riendo muy fuerte en sus adentros, pero a la vez, estaba intrigado. ¿Qué se supone que era? ¿Qué representaba? y ¿Por qué marcaban sus víctimas con él? ¿Representaba alguna especio de culto o religión? Era extraño y muy estúpido.

Dio un gran sorbo a su café mañanero, uno con mucha azúcar y leche de almendras, su favorita.

-Detective Han, aquí están los resultados de la autopsia -dijo después de tocar la puerta para luego entrar y dejar en el escritorio un gran sobre amarillo.

-Gracias, Seungmin -le agradeció al chico con una sonrisa sutil.

Tomó el sobre entre sus manos y lo abrió, leyendo detenidamente el contenido de este.

DANGEROUS CRIMINAL ━━ CHANSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora