Bienvenidos a "El paraíso"

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El avión despegaba de "El Dorado" unos minutos después de las ocho de la mañana, con una Betty sumamente nerviosa por el vuelo, y completamente emocionada por el sitio donde iría.
Cuando llamaron para abordar el avión, ella supo que su amor había decidido llevarla a Santa Marta, confensandole también que pasarían esos dos días y la noche buena en una casa a pie de playa.
Betty estaba eufórica, volvería a ver el mar,  esta vez acompañada del amor de su vida, y tal vez, en esta ocasión, si se atreva a darse su primer baño de mar.

Pasadas las 09:30 de la mañana, el vuelo 503 procedente desde Bogotá, aterrizaba en el aeropuerto internacional Simón Bolívar, después de retirar su equipaje y pasar por el control de aduana, Betty y Armando caminaban por el aeropuerto tomados de la mano y con una radiante sonrisa.
El calor del sitio los golpeó fuerte haciendo que automáticamente, ambos se desprendan de sus chaquetas.
Al salir del aeropuerto, vieron a un hombre de unos sesenta años que se acercaba a ellos con una enorme sonrisa.

Hombre- niño Armando!

A- Esteban, que gusto verlo, como está? Y Martica?

E- Martica se quedó en la casa, terminando de prepararlo todo para recibirlos.

A- que bien, estoy ansioso por volver a la casa después de tanto tiempo, por cierto, te presento a Beatriz Pinzón, Esteban, ella es.... (abrazando a Betty por la cintura con cara de bobo enamorado) mi novia.

E- buenos días señorita, es un placer al fin conocerla!

B- buenos días señor Esteban. Gracias por venir a recogernos, pero por favor, llámeme Betty, si no es molestia

E-esta bien, señorita.. perdón, Betty, como usted desee, pero usted llámeme a mi solo Esteban, y si ya están listos vámonos, es largo el camino a la casa.

Con radiantes sonrisas y tomados de la mano, Armando y Betty salieron del aeropuerto siguiendo a Esteban, que los guió hasta una camioneta todo terreno.
Durante el camino, Armando le explicó que Marta y Esteban era un matrimonio que se encargaba de mantener y cuidar la casa desde que él era niño, y que se querían mucho entre ellos.
A Betty le cayó muy bien Esteban y estaba segura que la esposa de él, también le caería igual de bien.

Una hora y media después de subir, Betty vio a la camioneta ingresando a una desviación que la salía de la carretera, y durante los siguientes 20 minutos, Betty dejo de "existir" dentro del carro, ya que toda su atención se centro en la visión del mar que tanto le gustaba, y que bordeaba todo el camino que habían tomado.
Armando observaba la reacción de ella y sonreía al contemplar la expresión de asombro y maravilla que reflejaba el rostro de su amor, y sutilmente, me pasó un brazo sobre los hombros, y la acercó a él.
La voz de Esteban la saco de su trance, y le hizo aumentar su sensación de ansiedad y alegría.

E- hemos llegado! Señorita Betty, niño Armando bienvenidos a "El paraíso"..

Betty dió un suspiro de asombro al ver que frente a ella se abría una enorme puerta de hierro forjado que tenía sobre ella un mosaico de piedras de colores que formaban el dibujo de una playa con el mar y sus palmeras en al arena y dos palabras que rezaban "El Paraíso" .

La camioneta ingreso, y unos metros delante, Betty vio que se alzaba delante de ellos un bellísimo y enorme chalet de playa de dos pisos, pintado de blanco con detalles en azul celeste en puertas y ventanas.
Estaba rodeada de verde, entre arbustos, plantas tropicales, palmeras Y el mar asomando al fondo, que daban la sensación de casa de playa idilica.

Giró el rostro hacia su novio con una expresión de total asombro, a la cual Armando le respondió con una sonrisa de satisfacción.
Bajaron del todo terreno, y Esteban les ayudo a subir el equipaje.
La emoción le impedía a Betty articular las palabras y solo sabía sonreír y observarlo todo con detenimiento, Armando por su parte gozaba enormemente de la capacidad de asombro de Betty. Su novia era como una niña que poco a poco descubría el mundo y todo le asombraba y llamaba su atención.
Eso le hacía a él redescubrir las cosas que lo rodeaban con una renovada ilusión y mayor entusiasmo, cosas que él creía que jamás volvería a sentir.

Fuga de NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora