Ropa ligera

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—¿Se encuentra el Uchiha? Si es así dígale que el Hokage pidió verlo

Shikamaru tan sólo asintió con la cabeza viendo como el anbu se desvanecía en una bola de humo. Genial su salida tendría que esperar.

Con pesadez en los pies se encaminó escaleras arriba en dónde se encontraba el azabache terminando de cambiarse luego de una larga ducha, sus ojos se cerraron por inercia al abrir la puerta sin tocar y observar que el Uchiha aún no terminaba de ponerse ropa. Su torso estaba descubierto dejando ver las gotas que aún escurrían de su piel húmeda, llevaba una cadena en el cuello haciéndolo ver tan seductor y varonil.

Sabía que no debía pensar de esa forma, pero fue inevitable no hacerlo y sonrojarse al mismo tiempo.

—Kakashi quiere verte — apretó un poco sus ojos, intentando que de una forma u otra lucieran más cerrados.

—¿Por qué no me miras? Creo que es normal ver a otro hombre semidesnudo — ladeó una pequeña sonrisa, viendo el leve temblor que causó en su compañero.

¿Podría de algún modo ser divertida aquella misión?

—¿Quieres que te prepare algo de comer antes de irte? — abrió sus ojos con lentitud, Sasuke ya se estaba colocando su capa para este punto.

El de ojos onix sólo lo observó por un largo rato, para luego negar con suavidad.

—No tienes que tener todas estás responsabilidades conmigo, recuerda que solo estamos fingiendo. —Dio un pequeño golpecito en su hombro y salió de la habitación.

Shikamaru se quedó de pie procesando aquello ¡Sólo había sido amable! Ni quién quisiera cocinarle a un simio sin modales que no tiene expresiones al comer.

Definitivamente este mes sería un total suplicio, apenas llevaban un día y se sentía como un año, no sabe como podrá seguir sobrellevando al Uchiha; esa aura de misterio que siempre posee es como una barrera que no permite que nadie traspase, no pretende ser su amigo, o algo por el estilo. Sólo quiere llevar la fiesta en paz y que todo salga bien, pero es díficil, quizás imposible cuando se trata de su compañero.

Gritaría de la frustración que siente, pero eso sería muy patético.

El anochecer llegó bastante rápido, pero muy solitario, Sasuke no había regresado.

La cena se encontraba en la mesa, justo dos platos que no habían sido tocados. Está demás decir que se cansó de esperar. Llevo todo lo que preparó a la nevera y regresó al dormitorio, se cambió de ropa por una más suelta que le permitiera estar cómodo. Con pies perezosos se encaminó hasta el balcón. Allí se permitió que la brisa azotara su rostro con suavidad, sintiendo el fresco aire hacer muelle en sus pulmones.

De su cajetilla sacó un cigarrillo, una maña que había adquirido con el tiempo.

Un sonido seco lo hizo girar la cabeza con un poco de miedo, allí se encontraba Sasuke con el cabello hecho un desastre. Quiso añadir algo pero prefirió quedarse callado, sólo le dio una última calada a su cigarrillo dejando viajar el humo a través de la brisa que se perdía por los árboles.

Sasuke tan sólo formó una mueca al ver al de orbes marrones en una fina capa de ropa ¿que acaso no sentía la ventisca?

—Vas a enfermarte —ni siquiera un saludo, sólo escupió esas palabras.

El Nara sólo continuó con su vista puesta en la nada, perdiéndose en la cúspide de la noche.

—Acabó de hablarte. —No era de rogar, y sin embargo lo estaba haciendo en busca de un poco de atención.

Un esposo ejemplar |Sasushika|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora