El dia de mi muerte

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Si, yo soy Gala Barnett, un cuerpo con alma que se hallaba sin vida en la rivera del río que me arropó el día de mi muerte, me quede inherte y que comenzaba a quedarme gélida, supongo que es una muerte que nadie pide, aquella fría noche de invierno y ahí estaba yo presente delante de todo, pero yo ya no existía como todos conocemos al humano, a la vida, de eso ya se había encargado el ser sin rostro que asesinó mi cuerpo, robándome mis recuerdos, mi vida y todo aquello que a partir de ese momento comencé a anhelar.

Grite, grite y me quede sin fuerzas mientras nadie me escuchaba, mis lágrimas desbordaban por mis mejillas, comencé a perder la consciencia, el no me soltaba, me arrastre todo lo que pude, luché con todas y fuerzas y con todo mi pronóstico, me desvanecí conviertiendome en eso que los humanos creen que te conviertes después de la muerte.
Deseaba, me desvivía por gritar a los cuatro vientos quien fue mi asesino, oi los gritos de mi madre por la cuesta, retorciéndose de dolor por que su niñita no estaba en casa, vi como mis hermanos sollozaban y gritaban de rabia al no encontrarme, mis amigos como locos buscándome y pegando carteles.

Todos los habitantes de mi pueblo natal, haciendo búsquedas exhaustivas para buscar a Gala, la policía...todo el pueblo fue barrido en menos de 24 h pero mi cuerpo seguía oculto entre la muchedumbre.

Yo a pesar de no respirar, veía todo, oía todo, y como siempre se dice, nunca se sabe la última vez en la que vamos a estar vivos.

Pasaron los días, las semanas, y comencé a darme cuenta de que la única tumba en la que iba a estar, sin una flor, sin un adiós, era mi corazón, sin saber que ese último aliento fue único hilo de vida que me quedaba en aquellos instantes.
Tras trece días sin noticias, la búsqueda de mi cuerpo, de Gala Barnett, comenzó a dejarse en un segundo plano, no podía acabar así pensaba en mis adentros, el no puede salirse con la suya, quien será su siguiente víctima. No podía dejar a mi madre con una herida sin curar abierta toda la vida, sin encontrar a su niñita, sin saber si murió, sin saber si sigue viva.
Demasiada incertidumbre deje el día que me marche madre.
Ojalá pudiera decir que me encontraron, que no morí aquella noche de invierno, que estoy en casa, mi hogar, riéndome a carcajadas o viendo una película en casa de mis amigas, Esa hubiera sido una buena versión de la historia, prometo contártelo en mi próxima vida.

Y aunque creas que has leído el final, ese tan sólo fue el comienzo de la historia de la muerte desamparada de mi persona, Gala Barnett contada por mi misma.
(Quien lo diría en el cielo también hay wifi).

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