¡JAMES SIRIUS POTTER!

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- ¡Albus! ¡Albus!

- ¡Qué! ¡Qué!

- He encontrado algo en el desván. Y creo que nos podrían dar galeones por ello.

- A ver, ¿y qué es tan interesante, para que nos den galeones?

- No sé. Tu eres listo, ¿no? Ya me lo dirás tú.

- Bueno vale. ¿Pero no será ninguna broma de las tuyas, verdad? Qué te conozco.

- Que no, que no. Esta vez es verdad de la buena.- afirmó, poniéndose una mano en el pecho dramáticamente.

- No me fío mucho de ti, pero vale. Voy.

Y los dos subieron por la escalera en dirección al desván.

Una vez allí, Albus pensaba que había sido muy mala idea acompañar a James arriba. Seguramente le iba a gastar una broma. No sabe como a podido ser tan ingenuo. Su muy querido hermano le ha traído allí para gastarle una broma.
Y no se equivocaba.

James iba detrás de Albus. Y pensó que ya era el momento. Se puso una careta de payaso, cogió un cuchillo falso y....

- BUUU!!- gritó James dándole la vuelta a Albus y apuntándole con el cuchillo falso.

- AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHH!- gritó Albus. - Eres un pedazo de capullo.- le reprochó. Le empujó y James cayó encima de un escritorio polvoriento y con alguna que otra araña. Se abrió un cajón y se desplomó en el suelo una especie de colgante dorado con un pequeño reloj de arena en el centro.

- Que humor. - ironizó James.- A veces me pregunto cómo es que eres mi hermano.

- Te puedo asegurar que yo me hago esa misma pregunta todos los días. Y se dio la vuelta dignamente para darle la espalda a su hermano.

En eso James encontró la cadena dorada antes mencionada.

- ¿Pero qué es esto?- preguntó este.

- ¿El qué?- cuestionó aún de mal humor.

- Esto. Si te giraras, igual lo verías. - respondió James con su arrogancia y suficiencia natural.

Albus, con recelo, se giró y puso su atención en el colgante.

- ¿Pero qué es esto?- repitió, esta vez Albus, con curiosidad.

- Cómo yo lo sé todo... No sé porque he preguntado.

- "Quimi yi li si tidi"- Dijo Albus por lo bajo.

La curiosidad de los Potter siempre ha sido muy fuerte, fortísima.
Así que juntos, fueron a visitar la casa Granger-Weasley, donde vivía su querida prima, Rosebud o como ella quería que la llamaran, Rose.

Llamaron a la puerta y como ellos querían, abrió Rose.

- ¿James, Albus? ¿Qué hacéis aquí?- su expresión, como era de esperar, era de total sorpresa.

- Hola Rosie. ¿Qué tal si nos dejas pasar?- dijo James.

A Rose, no le gustaba nada de nada que James la llamara "Rosie" y precisamente por eso mismo lo hacía, pero con el tiempo aprendió a no presentarle atención.
Rose ignoró olímpicamente a James.

- Albus, ¿quieres pasar?

Y Albus entró si decir ni mu. James intentó seguirle, pero la puerta de dicha casa se cerró de golpe en sus narices.

- Anda Rosie, no seas así. Déjame entrar porfa.- suplicó James. Pero nada.

Entonces llamó al timbre con la esperanza de que abra alguno de sus tíos o Hugo, el segundo y último hijo del matrimonio Granger-Weasley.
Y efectivamente, abrió su tío. El tío Ron.

UN VIAJE INESPERADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora