dreadhalls VR

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08 | ᴠʀ

  PAUSASTE LA SERIE que estabas viendo y te reacomodaste en el sofá, esta vez en dirección hacia la puerta por donde Rubén acababa de entrar

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  PAUSASTE LA SERIE que estabas viendo y te reacomodaste en el sofá, esta vez en dirección hacia la puerta por donde Rubén acababa de entrar.

—¿Has acabado ya el directo? —le preguntaste al rubio teñido—. No son ni las once de la noche.

Él no pareció escucharte, sumergido en sus pensamientos mientras daba vueltas por la habitación, revisando cada esquina.

—Eh... ¿Rubén? —repetiste.

De pronto, fijó su vista en ti.

—¿Has escuchado algo?

Frunciste el ceño, levantándote del sofá.

—Que yo recuerde, no —te acercaste a él a paso lento—. ¿Ha pasado algo?

Pareció pensarlo, pero inmediatamente negó con la cabeza, para después mover los hombros y la cabeza en círculos, estirándose.

—Supongo que habrán sido los gatos entonces —exhaló aliviado—. Ya he revisado el resto de la casa.

Enarcando una ceja, sujetaste sus brazos con ambas manos, sintiéndolo tensarse por unos instantes y fijó tu vista en ti. Finalmente su atención era toda tuya.

—¿Qué hacías?

—Estaba jugando a un juego de terror en realidad virtual y de repente escuché un ruido, así que fui a revisar —agachó la cabeza, agarró tus manos y comenzó a juguetear con tus dedos—. ¿Me acompañas? Es que me da miedo y el chat no me aparece en la panta...

—Está bien —lo interrumpiste, levantando una mano en señal de stop—. Pero me debes una.

Sin pensárselo mucho más, sonrió, jalando de ti para dirigirte hacia su estudio.

—¡Chavales! —exclamó, metiéndote con él en el plano de la cámara—. Estaba tan cagado que le he pedido a mi señora que me ayude con el juego, así que dadle la bienvenida.

Saludaste a la videocámara, sonriendo algo adormilada. De repente, notaste algo pesado sobre tu cabeza, cogiéndote de imprevisto.

—¿Qué haces, Meu?

—Pues —lo escuchaste chasquear la lengua, lidiando con unos cables situados detrás de tu cabeza—, me vas a acompañar en mi experiencia.

—Pero eso no es lo que tú...

—¡Listo! —gritó en voz baja, cortando tus reproches—. Ponte las gafas y yo ahora te doy los mandos extras.

Suspiraste, rendida. Desde tu perspectiva, sin importar cuántos giros dieras, todo lo que veías eran muros de piedra. A leguas se notaba que el juego no tenía muchos píxeles, pero aquello no parecía ser excusa para que te aterrorizara menos (según los gritos que Rubius había pegado cuando aún estaba jugando solo).

behind the cameras | rubius (one-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora