Pero, ¿qué había hecho tomar esa decisión al joven cocinero?
Parece un hecho muy repentino, y salido de una mente completamente distinta de la suya: ser cauteloso, sensible, y misterioso. Eso se preguntaba Megumi cuando por fin se había marchado, con el corazón agitado y, cayendo en cuenta en la realidad, confundido.
Ahora caía en la cuenta ¡de verdad se estaba yendo! Soma no era persona de promesas falsas y palabras vacías. Solo esperaba que esto estuviera bien....
Resulta que, luego de ese día fatídico de la confesión, el joven pelirrojo se puso meditabundo y serio. Se apoyó en la baranda del puente y se quedó observando la calle silenciosa. El silencio era tanto que parecía que en realidad nada había ocurrido, nada importante. Pero en su interior, su pequeño mundo desequilibrado se iba derrumbando. Como el bloque que desborda una presa.
Regresó temprano a su casa ese día, cansado y frustrado, enojado consigo mismo. Sus ojos no hacían más que permanecer ausentes y ensimismados en sus pensamientos, la pregunta que rebotaba de una y mil maneras "¿Y si hubiera...?"
Solo cuando Erina regresó, se desató el cabello, se puso la ropa de entrecasa y entró a la habitación para verlo tumbado en el sofá con gesto de viejo triste, sentenció con palabras duras y certeras.
-Te has dado cuenta muy tarde.
Por supuesto, le habían contado lo que había pasado, había sido la propia Tadokoro la que le pidió a su amiga que se lo dijera (ella no tenía el valor) y pidió disculpas por todo.
La hermosa Nakiri se plantó frente a su esposo, colocó las manos en la cintura y lo acusó con la cabeza en alto.
-¡No pienso soportarte en este estado ni que dejes que a Megumi se le rompa el corazón! ¿Estás bien con esto? ¡No! ¿Crees que yo estoy bien con esto? ¡Tampoco!
La joven se sentó en la cama frente a él, cruzó las piernas y con gesto solemne, sentenció.
-Más te vale que lo arregles, el Soma que conocemos, seguro que lo haría, en un parpadeo. Aunque claro, tampoco es que seas bueno en estos temas... ¡pero de alguna forma vas a tener que hacerlo!
Para ese punto, él la miraba algo perplejo y extrañado. No se esperaba ese tipo de reacción, pero ella no era alguien sencillo de tratar tampoco. Erina se levantó y le dio un último vistazo de advertencia, antes de irse a bañar.
Soma regresó a su posición anterior, cruzando las manos sobre el pecho y mirando al techo. Soltó un suspiro, no tenía idea de cómo empezar...
Los primero días se la pasó rumiando por ahí y dando vueltas por la casa, ni siquiera se iba a trabajar. La mayor parte del tiempo paseaba por la cocina y creaba platillos... sosos y extraños, pero no lo divertían siquiera. Era como si transmitiera sus temores a través de los utensilios.
A Nakiri le parecía un cuadro deplorable. Cada vez que estaba saliendo hacia el trabajo podía oler el tufo de la comida desperdiciada en intentos fracasados. Finalmente, el sábado, Soma regresó a trabajar desganado. Se sentía un estorbo que no estaba avanzando en nada y cada vez la mirada irritada de Erina lo incomodaba más.
Pero no era una mirada de enojo, sino de impotencia. Ella también se sentía mal, algo dolida, por no ser "la chica" a la que él quería. Pero comprendía también que no podía obligarle a algo como eso, y ella también quería a esa tímida chica de trenzas, enamorada y callada.
Entonces se decidió. Por fin se decidió, ella ayudaría a este par de tórtolos, sin duda.
La primera cosa que se le ocurrió fue contactar con el padre de Soma, Joichiro, quien sin duda... por lo menos algo iba a poder hacer ¿no?
Le explicó la situación hasta donde ella sabía, la confesión y como Soma se estaba comportando deprimido últimamente, la respuesta la sorprendió un poco.
-¿Entonces estas por separarte de mi hijo?
Un silencio largo se dio en la línea (lo estaba llamando al teléfono), un suave "sí" provino de los labios de Erina, y de repente la risa del hombre retumbó del otro lado.
-¡Ay, Erina-chan, eres adorable, haciendo esto por ellos! Realmente... te has vuelto una muy madura y buena mujer.
La chica no pudo evitar que se le subieran los colores a las mejillas, ¿Joichiro la estaba evaluando como mujer...?
Carraspeó un poco para disimular su contento y avergonzado sentimiento.
-Sé que ellos se quieren, y sé que no puedo obligar a nadie a que me quiera, no es tan complicado, solo que duele un poco –admitió a lo último con un deje de desesperanza.
-Has pasado por cosas peores, y las has afrontado brillantemente, sé que saldrás adelante. Confío en ti como si fueras mi propia hija. Y no solo porque te hayas casado con Soma –rio.
Erina sintió que ese halago la perseguiría como un consuelo el resto de su vida. Su corazón se llenó de esa calidez que conlleva tener alguien a quien decirle, sin temor, "padre".
Los papeles del divorcio estaban en una pila ordenada frente a Soma, junto a su café. Estaba sentado enfrente del local de cafetería junto a Erina, quien tomaba tranquilamente de su taza. Los miraba como algo ajeno, como si fuera un papel más en la cotidianidad. Los firmó sin mucha duda y charlando de tanto en tanto con Erina acerca del clima y de la ciudad. Aún seguía con ese aire ausente. Cuando terminó, Erina alzó los papeles, los puso en un sobre, y se levantó. Soma estaba por imitarla cuando ella lo atajó.
-Hay alguien que tiene que verte ahora, espera aquí.
El corazón de Soma dio un vuelco, casi seguro de que vería aparecer a Megumi en cualquier momento. No supo cómo esperar, o que reacción habría, así que trató de parecer relajado y genial. Unos 20 minutos después, una mano enorme se apostó, por detrás, para darle una palmada que casi lo tumba del asiento de la sorpresa.
-¿Pa-papá? –saltó de repente, asustado y, en el fondo, desilusionado.
-¡Hijo! Pero que cara de alegría traes de ver a tu viejo.
El hombre, ya con rastros de edad en el cabello, la piel curtida de tanto viaje y las mejillas y ojos con rastros de arrugas de felicidad. Tenía toda la vitalidad de un joven aventurero cuando se presentó allí junto a su hijo, que parecía cargar muchos más años que él con su aspecto triste.
Soma se dejó caer sobre su asiento en silencio, a lo que Joichiro se alarmó un poco. Dejó su mochila a un costado y se sentó frente al chico.
-Realmente estás mal, ¿eh? –trató de comenzar la conversación.
Él alzó la mirada, con gesto duro, y respondió.
-Creo que he arruinado algo que no tuve oportunidad de comenzar...
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Nuevos comienzos y viejos desenlaces
FanfictionMegumi Tadokoro ha llegado a Tokyo con intenciones de abrir su propio restaurante familiar. Allí también recobrará contacto con su amor de la secundaria, Soma, y su nueva esposa, Erina Nakiri. Sin embargo, pronto se da cuenta de que algo anda mal co...