Al chico de la bicicleta rosa:
Esta es la ultima carta que te escribo, lo he pensado bastante así que creo que llegó el momento de decirle adiós a este amor de verano. Yo ya no volveré al parque y esta carta irá hacerle compañía a las demás en un lugar secreto en mi habitación.
Escribo aquí la manera tan impresionante en la que llamaste mi atención. En las vacaciones de la escuela procuro hacer algunas cosas que me gustan, en este verano lo tomé mas a la ligera y venia aquí a leer. Uno de los tantos días algunos murmullos me impedían concentrarme, un grupo de señoras te veían escépticas, algunos chicos raros y las chicas parecían querer burlarse, todos viendo aquel inmenso chico muy varonil montado en una bicicleta rosa.
No le encontré sentido, los colores no tiene genero y sinceramente tu bicicleta me resulta tierna, bueno, tu en ella. Así, día tras día volvía a verte, ignorabas al mundo y solo era tu y lo que sea que escuchabas en un paseo por el parque. Muchas de esas ocasiones te vi jugar con algunos niños, ayudabas algunas personas. Siempre siendo tan amable, tan gentil, tan tú. Mis libros pasaron a segundo plano, mi nuevo objetivo era verte y confieso que el color café es lo mas hermoso que te queda.
O cuando decides usar lente, simplemente haces latir muy fuerte mi corazón. Te he aprendido admirar en el silencio, no me es suficiente para nada, quisiera ser tan valiente e ir allí y decirte mi nombre, por lo menos que sepas mi nombre. Porque menos valiente soy de entregarte cada una de las cartas que te pertenecen, no quiero que creas que estoy loca, así que solamente estoy aquí como tu mas fiel admiradora...
Suspiré deteniendo mi escritura por un momento, me estire un poco ya que me estaba sintiendo incomoda en la posición en que estaba sentada. El apareció en mi campo de visión, con su acostumbrada bicicleta rosa, llevaba una gorra puesta y los brazos al descubierto, es tan lindo. Iba a subir la cuesta, pero en cambio se apeo, comenzó a caminar llevando la bicicleta, lo encontré extraño. Parecía tararear una canción, sus auriculares le daban un aire de que no estaba aquí, es como si viviera en su propia burbuja, me encantaba.
Me miró y yo dejé de respirar. Me estaba mirando a mi, directo a mí.
Escondí mi rostro en el cuaderno, me había pillado mirándole. Mi celular sonó haciendo que me asustara mas de la cuenta.
—¿Dónde estas?
— Ya voy a la casa. — debía de volver o mamá me dejaría sin cena si no regresaba a tomar mis clases.
—Falta poco para tu examen de la universidad, ya hemos hablado sobre esto, si repruebas en matemática mas te vale enterrarte por ahí mismo. — dijo algo molesta, mi mamá era algo exagerada y dramática. — El tutor está por llegar, quiero que estés aquí de inmediato.
Cerró la llamada y suspire, aún faltaba una hora para mi tutoría de matemática, pero para mamá era que yo estuviera en casa en 10 minutos. Y esta es la razón por la que no volveré a pasar tiempo en el parque, desde hoy en adelante debía reforzar mis estudios para la universidad. Hoy era el ultimo día en que vería a mi crush de verano, por eso hoy le decía adiós.
La semana pasada el tutor fue a conocerme, cosa que no se pudo, porque yo estaba aquí en el parque como de costumbre leyendo mientras esperaba verle pasar. Mi mamá se enojó muchísimo conmigo, así que ya no podía perder mas tiempo, perdí al chico de vista, probablemente se había ido en lo que yo estaba en la llamada. Terminé de bajar la pequeña colina donde siempre me siento casi corriendo y ahí estaba el acostado en la hierva hice una rápida maniobra tratando de no tropezar con el o pisarle, al final terminé cayéndome.
—¿Estas bien?
—Si, lo siento. — me raspe las rodillas, estúpido pantalón con agujeros.
—¿Segura? estas sangrando.
—No es nada. — me dispuse a recoger las pequeñas cosas que se salieron de la mochila, no la había cerrado aun cuando me había caído.
—Toma, creo que se te salió esto. — tenia la carta en la mano y esta vez si creí morirme. Iba arrebatársela, fue en ese momento en que me llegó a la mente lo que siempre decimos mi amiga y yo antes de meter la pata en cualquier cosa: La vida es una.
Podía dejar que se quedara con ella, después de todo es la ultima carta y nunca mas lo volveré a ver o podía quitársela y seguir viviendo en el anonimato.
Su celular sonó haciéndonos reaccionar a ambos, lo sacó y apagó su alarma.
—¿Sabes qué? la vida es una, puedes quedártela. — procedí a salir corriendo antes de que sucediera cualquier cosa. Me sentí emocionada, realmente nunca esperaba darle algunas de las cartas, pero este seria un lindo recuerdo a futuro, sobre mi pequeño crush de verano.
(*****)
POV: NAMJOON
La vi correr por el parque y no pude evitar reír. Aquella pequeña lectora me parecía especial, es raro ver a las personas leyendo, sobre todo en lugares públicos. Ella nunca se dio cuenta de que la miraba desde algún lugar donde no pudiera verme. Ya la había conocido un poco, como su cejas se arrugaban al leer posiblemente algo con lo que este en desacuerdo, como cubría su rostro al reír por algo que sucedió en el libro.
Ella disfrutaba leer, y yo disfrutaba verla. Venia al parque solo por ella. Confieso que hoy la esperaba para hablarle, así que me tomó de sorpresa que se haya caído justo aquí donde estaba. Abrí la hoja que dijo que me quedara:
Al chico de la bicicleta rosa.
Es la ultima carta que te escribo...
Mi corazón se aceleró ante el descubrimiento de que yo también le intereso.
Mi celular volvió a sonar, no había apagado la alarma solo la había pospuesto, era hora de irme. Subí a mi bicicleta y eche andar con dos sencillas preguntas.
Si esta es la ultima carta quiere decir que hay mas, ¿Dónde están? y ¿Sabrá ella que soy su tutor de matemáticas?