Incredulidad

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¡Es tarde... Rayos! Es muy tarde. Pensaba Luz cuando abrió sus ojos y se fijó que por su ventana corrían gotitas de lluvia acida, hace mucho tiempo que solo tenían días soleados, el calor era insostenible y esta lluvia le venia de maravilla. Estaba distraída, su depto. estaba desorganizado; al mismo tiempo que preparaba su café, se vestía y mientras intentaba desayunar, guardaba una pila de papeles, claramente responsable de su trasnoche —Como tan tonta –se decía, mientras se maquillaba y hablaba mirándose al espejo –Que patética, Luz–, al ponerse de pie se mira por última vez de arriba abajo, asiente, se siente segura. Al fin logra salir de su departamento, piensa que al menos trae todo y agradece.

Espera ansiosa el ascensor... 4, 5, 6, ¡7... al fin! Sube apresurada, suben con ella 2 personas, piso 6; sube una jovencita, piso 5; se baja 2 personas, pero suben 3, –¿Que pasa hoy? Porque es todo tan lento–, el ascensor ya estaba a su capacidad y Luz decide bajar su maletín al suelo, ponerlo junto a sus piernas para ir un poco más cómoda, al levantar la vista ve a Sebastián entrando al ascensor:

–Hola Luz ¿Cómo estás? –le habla al momento en que sus ojos se encuentran.

–Aquí...apretada –responde con demasiada honestidad– ¿y tú?

–Estamos igual, pero yo salgo de los primeros jajaja –se carcajea Sebastián.

Piso 4, piso 3, piso 2; no entra nadie más, primer piso; Luz ve bajar a Sebastián de las primeros a toda prisa, mientras piensa en la ultima vez que rechazó una cita de él. Todos bajan del ascensor mientras ella aun divaga entre recuerdos de tantas negativas y tan insistente que ha sido aquel hombre. En un pestañeo la puerta del ascensor dispone a cerrarse y luz sale a toda más que rapido:

–Hola Don Sergio ¿Cómo esta hoy?

–¿Bien y usted Srta. Luz?, mire afuera ¡Está lloviendo al fin!

–Si, lluvia porfiiin, respira un poco nuestra ciudad.

–Menos mal. Un poco de agüita no nos viene nada de mal.

–Si –responde abrumada –discúlpeme, ¡voy apurada! Nos vemos esta tarde, aah no, cambio de turno...

–Hoy viene don Diego, nos vemos mañana entonces, que tenga un buen día.

–Nos vemos!

Al salir, Luz sentía la lluvia en su cara, en sus mejillas, amaba este clima, pero odiaba estar con olor a humedad. En la esquina ya dispuesta a tomar un taxi descubre que su maletín, con el trabajo más importante del año, se había quedado en el ascensor, –¡Rayos! –maldice, para su sorpresa, al girar estaba Don Sergio con el maletín en las manos dispuesto a buscarla:

–¡Gracias don Sergio! ¡Qué haría yo sin usted, deséeme suerte! –exclama Luz.

–La suerte es relativa –añade Don Sergio con una sutil sonrisa.

Sube al taxi apurada, había puesto 5 alarmas, 7:00 am, 7:15 am, 7:25 am, 7:35 y 7:45 am, debía estar en su oficina a las 9 y había despertado pasadas las 8 con 20 de la mañana, intuye que es un mal presagio, pero ya sentada, respira profundo y le pide al chofer que se dirija a San Andrés #415, –Lo más rápido posible, por favor, debo estar allá antes de las 9:00 am–. Ya eran las 8 con 45 am. Durante el viaje repasaba una y otra vez su discurso "Queridos presentes... no muy formal, Estimados buen día... tampoco, buen día, mi nombre es Luz Sandoval y hoy daremos un brinco positivo a nuestros números rojos. Este discurso final le convenció más. Los nervios podían con ella, esta presentación definía su permanencia en la empresa. Repite en su memoria; "Luz, esta es tu última oportunidad, necesito que el lunes nos presentes las proyecciones positivas y el impacto medioambiental y social de nuestra fabrica a los nuevos inversores, no podemos fracasar, no esta vez".

Mercamflex se fundó bajo la misión de darle utilidad a toda aquella ropa en desuso y transformarla en la ropa de cama tradicional, contribuyendo así al reciclaje aportando su cuota verde al planeta. El reciclaje es tan importante y necesario hoy en día.

El trayecto duro apenas 12 minutos, paga, se baja y agradece con rapidez. Al bajar del taxi avanza y la detiene una mujer de estatura media, ojos chispeantes, vestida con una jeans, zapatillas y polera gris, –¡Luz! ¡Luz! Te estaba esperando, la reunión se pospuso. No me conoces, lo sé, pero tu jefe, Don Carlos me envió para detenerte antes de entrar. Te invito a un café... tranquila tenemos tiempo, los inversionistas se retrasaron y Carlos no quería que hicieras un espectáculo con tu llegada–. Luz acepta, confundida, pero dispuesta a tomarse un descanso camina junto a esta mujer que sin duda sabia quién era ella, sin embargo, Luz no podía reconocer. Llegan a un sitio a unas dos cuadras de la empresa, ambas toman asiento y esta mujer comienza su interrogatorio:

–Y Luz ¿Casada? ¿Soltera? ¿Hijos? ¿Dónde vives? ¿Qué haces en tu tiempo libre? –pregunta la misteriosa mujer.

Esta mujer sí que es fastidiosa, porque tanto interés en mí pensaba luz con incredulidad. Sin contestar ninguna de sus preguntas Luz la ataca:

–¿Quién eres? ¿Y porque tantas preguntas?

–Como te dije, Carlos me envió, pierde cuidado, todo está bien –responde la mujer.

En eso, llega el garzón piden dos cafés expresos, y la mujer se levanta, se dirige a la barra y vuelve. Luz aún más atónita, pero esta vez en silencio espera a que llegue su café. Observaba con cuidado a aquella mujer que tenia justo en frente, primero miro su cara; era una chica bonita, demasiado maquillada para su gusto, luego miro su ropa; no parece oficinista, esta vestida para cualquier ocasión, mas no para trabajar, se detuvo en sus manos; sus uñas estaban teñidas con algo rojo, sospecho, todo era sospechoso, pero no pregunto. Ya eran las 9:30 am y recibe un e-mail de Don Carlos:

Remitente: Carlos Sanhueza.
Para: Luz Sandoval.
Asunto: Lamentable.

Luz, que lamentable su ausencia en un día tan importante como este, los inversionistas y yo la esperamos, nos ha fallado. Aunque logré posponer una semana nuestra reunión, demás esta mencionar que ya no es trascendental para ella.

Recursos humanos se pondrá en contacto con usted durante esta tarde.

Adiós.

–Mierda –piensa luz.

Yo no queriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora