Martes, hora de levantarse y hacer la misma rutina, voy a baño tambaleándome de sueño, son las 5:33 A.M., me cepillo los dientes, y hago todas esas cosas que uno tiene que hacer para salir a la escuela un martes, un día tan aburrido cómo todos los demás.
Al salir a la calle para tomar el autobús que me deja en la universidad me percato de lo mucho que odio mi barrio, son las 6:19 A.M. y mi vecina ya está peleando con su marido, apenas son las 6:19 A.M. y mi vecino el alcohólico aún no termina de llegar a su casa, se quedó dormido en su camioneta vieja con música, esa clase de música que le gusta a la gente mayor, en lo personal pienso que el que está cantando lo debieron haber estado estrangulado mientras lo hacía, suena horrible, pero, ¿qué puedo hacer? Aquí me tocó vivir.
Al llegar al universidad lo mismo de siempre, estrés aquí, estrés allá, unos caminando con sus maquetas, seguro son estudiantes de arquitectura, pero no me interesa mucho, apenas pongo pie en la facultad de psicología y me siento genial.
–Hola tú, cara de costra. –Me saluda Paul al entrar al aula. Sólo levanto mi dedo medio y sigo caminando hasta llegar a mi mesa, mi mesa es tan perfecta, a pesar de ser como todas las demás, ser del mismo color, altura, etc. Es la mejor y es la mejor porque es mía y nadie se sienta a mi lado, y eso es lo que me agrada de mi mesa, parece tan amplia, tan amplia hasta que veo que alguien pone un dedo en ella.
– ¿Está ocupada ésta silla? –Pregunta una chica– No tengo ni idea de como se llame, la había visto anteriormente por la facultad.–Sí, está ocupada, ahí pongo mi cosas, mis libros, tú sabes. –Le respondo de la manera más seca, tratando de espantar cualquier posibilidad de que se lleve la silla.
–Pues lo lamento, porque me voy a sentar aquí, quieras o no.
–No lo creo. –Le respondo de manera burda– Bueno, 4 minutos en el aula y parece que no va a ser un buen día. Ella sólo retira mis libros de la silla y los pone sobre la mesa, se sienta, cruza sus piernas y voltea a mirarme retadoramente y la miro de la misma forma, nos quedamos viendo por uno momento, volteo a ver a mi alrededor y los pocos compañeros que han llegado nos están mirando con cierto morbo esperando a que le responda, así que simplemente les doy lo que quieren.
–Ok. –Respondo maliciosamente–, tomo un libro sobre teorías del condicionamiento clásico por Skinner, lo abro y simulo leer. Aunque siendo sincero pagaría por ver la cara de decepción de mis compañeros, seguro buscaban una pelea más larga, morbosos.El tiempo pasa, y lo de ignorar se me da de maravilla cuando la ignorada no hace ni pío, sólo responde presente ante al tome de lista de los maestros, se llama Ámbar. A las 9:00 A.M. se toma un descanso y todos salen a comprar alimentos, todos excepto yo, no es que quiera comportarme de manera diferente, sólo no me siento hambriento, cuando siento sed es cuando salgo por un poco de agua y listo.
Me gusta quedarme dentro y reflexionar sobre lo que sucede en mi cabeza todas las noches, pero esta ocasión ella no sale del salón y nos quedamos sentados en la mesa en silencio. Intento cerrar mis ojos y pensar sobre lo de la noche pasada cuando de pronto su voz interrumpe abruptamente mis pensamientos.– ¿Qué haces?
–Trato de pensar. –Le respondo aún con los ojos cerrados–
– ¿En qué?
– ¿Así eres de curiosa siempre?
– ¿En qué piensas? –Me vuelve a preguntar ignorando a mi pregunta. –
–En mis sueños. En tratar de entender lo que me digo a mí mismo por medio de ellos cuando no estoy consciente. –Le respondo, giro mi cabeza y la observo–
–Mucho gusto. Soy Ámbar. –Extiende su mano hacía mi–
Esto es tan raro, fue como si hubiéramos hecho un “click”, como si hubiéramos embonado como rompecabezas, incluso hasta me parece bonita ahora, ni si quiera yo lo entiendo pero extiendo mi mano hacía la suya y le doy apretón al tiempo que respondo un poco sonrojado;
–Valentín.
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En blanco.
Teen FictionUn día soñé una rosa blanca desojándose, desesperadamente traté de mantener los pétalos en su lugar, traté tan fuerte que mis manos empezaron a sangrar al pincharse con las espinas de la rosa, aún así seguía tratando y tratando hasta que dejaron de...