Ꮯꭺꮲ 1: "Ꮩꮖꮪꮖꮻ́ɴ"

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—Maldición —susurró aterrado.

A pasos torpes salió de la cueva. Corrió cuesta abajo cada interminable escalera, cayéndose en el trayecto. Maldice el día en que su habitación se construyó, aunque no va a negar que le favorece a sus piernas, tiene los glúteos y muslos firmes gracias a eso.

Sacudió su cabeza para dejar de pensar tonterías y se enfocó en su tarea. Apenas llegó al montón de arena corrió hacia la puerta, abriéndola de un portazo.

Aquello había llamado la atención de los más cercanos, encontrándose con un un hombre ruloso sudado intentando regular su respiración.

—Al...comedor...ahora —pronunció para ir a dicho lugar, pero antes pasó por un vaso de agua.

Los que lo oyeron esparcieron la voz, y en minutos cada silla estaba ocupada por su respectivo dueño.

—¿Qué es lo que te tiene tan nervioso, Bruno? —interrogó Alma al muchacho que se estaba mordiendo las uñas.

— Tuve una visión —las ratas que lo acompañaban trajeron en su lomo una tablilla verde y se la alcanzaron al dueño— observen —dijo poniéndola sobre la mesa.

Cada integrante de la familia se levantó un poco de su asiento y se acercaron a ver la piedra rectangular. En ella se reproducía a una familia caminando, más exacta de diez personas.

Sólo esa imagen se veía, no había contexto, pero por alguna razón no sentían nada bueno de ella.

—No todo se ve en la piedra, así que el resto se los  cuento —respiró hondo —Esa familia va a aparecer caminando por el lado oeste de Encanto, pero lo que más me pone nervioso es que...— paró de hablar.

—¿Es que..? —intentó que siguiera hablando la chica sin don.

—Es que...—era más difícil de decir de lo que creía, y el ambiente pesado no ayudaba.

—¡Habla de una vez! —gritó Pepa con una pequeña nueve de tormenta en la cabeza, no tenía la suficiente paciencia en éstas cosas.

—Mi amor, recuerda "soleado, soleado, soleado" —intentaba calmar a su esposa.

—¡Son como nosotros! —

Silencio. Nadie hablaba ni comentaba. Sólo se oía el grillar de los grillos que jugaban con Antonio. Estuvieron cinco eternos minutos en esa situación.

—¿Estás diciendo... —empezó a hablar Julieta.

—que no somos los únicos? —terminó la frase Luisa.

—¿Oíste eso? ¡Tendremos más amigo! —hablaba en menor de la casa con su compañero tucán.

—No sé si amigos sería el término correcto —Isabela dio su punto de vista.

—¿A qué te refieres? —interrogó su padre.

—Isa tiene razón, no podemos estar seguros de si vienen con buenas intenciones —Comentó Alma— Por precaución hay que prepararse, esconderé la vela y entre todos protegeremos a Casa y el pueblo.

—¿Sabes cuándo vendrán? —interfirió Dolores.

—En dos días, justo al mediodía —respondió al recordar ver un calendario y un reloj en su visión.

—Tenemos suficiente tiempo —suspiró aliviado Felix.

—Será mejor que empezemos mañana, Mirabel, estarás conmigo —

—¡Sí, abuela! —

Sin más que agregar, la charla de aquella noche se dio por terminada. Aquellos dos días que quedaban iban a ser agitados y agotadores.

¿¡Nꮻ ꮪꮻꮇꮻꮪ ꮮꮻꮪ ꮜ́ɴꮖꮯꮻꮪ!? ᨒ 𝙴𝚗𝚌𝚊𝚗𝚝𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora