Kyle nunca fue bueno haciendo amigos, pero tras mudarse a Everless se encontrará con muchas personas que le cambiarán la vida. En especial uno, Alex.
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La infancia traumática que tuvo Kyle lo dejó con una marca de por vida, un trastorno de ansied...
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Kyle empezaba a ponerse borracho, ya era casi pura risa.
Ni siquiera yo estaba tan idiotizando ahora, y eso que me metí una tableta de ácido.
Me preguntaba cuantas cervezas se habría tomado, no le llevaba la cuenta, pues estaba muy distraído viendo cómo de pronto los colores comenzaban a sentirse y escucharse más brillante. Sí, eso dije... ya escucho colores.
Hace rato, cuando a Kyle recién le estaba pegando el alcohol, tuve que llevármelo al jardín. Estaba comenzando a ser bullicioso y se subió a bailar y cantar «Get Lucky» encima de una mesa. Si me descuidaba un rato, Leo o cualquiera de sus idiotas drogos le ofrecerían algo.
En las fiestas de Leo empiezas fumando hierba y para la media noche ya estas lamiendo la espalda de un sapo del desierto.
El césped sobre el que estábamos sentados se sentía tan vivo y fresco, esta droga hacía sentir todo tan real que hacía ver falsa a la realidad una vez que el trip pasaba, daba miedo.
—Oye, Alex —me llamó Kyle, hablaba tan atropellado que me di cuenta que ya estaba muy ebrio—. ¿Todos tus amigos son drogadictos?
—Claro que sí, ¿quién más me soportaría?
—Yo lo hago —me contestó señalandose a si mismo con orgullo—. Y no necesito estar drogado para tolerar tu mal genio y sarcasmo de otro mundo.
Yo me reí.
Se sentía extraño que alguien que no fuera de mi misma calaña me soportara de verdad. No estaba acostumbrado a tener lo que se puede llamar, un amigo de verdad.
—Mi circulo social no es muy sano, como podrás darte cuenta. Soy amigo de drogadictos, o de locos.
Él me miró con ojos entrecerrados.
Sé que no esta loco, solo es muy ansioso, pero me gusta molestarlo con eso.
—Oye, ¿soy yo o el mundo se esta moviendo?
—Ni me lo preguntes a mí, yo también me metí de lo que marea.
Mi visión se distorsionaba de repente, pero todavía tenía razón de las cosas. Este trip no era nada parecido al que tuve hace una semana en la escuela, donde salí asustado a esconderme en un rincón a los pasillos, ese día tuve alucinaciones todavía más espeluznantes que la vez que use hongos. Fue un muy mal trip, por suerte esta vez los efectos eran muy leves, servía porque debía cuidar a este idiota a mi lado que ya se había tumbado en el suelo de lo borracho.
—Kyle, ¿cuántas llevas?
—¿Qué? —soltó un resoplido y lanzó un manotazo al aire—. Yo qué sé.
Me fijé que junto a él habían tres latas de cerveza. Era ridículo el poco aguante que tenía.
El estúpido dejó de balbucear y supe que se había quedado dormido.