Laberinto emocional (Única parte)

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Me llamo María Eugenia Perez, aunque no me gusta mucho mi nombre. Tengo catorce años y, según mi mamá, "estoy en plena adolescencia", aunque estoy segura de que son puras tonterías, pero... últimamente estoy sintiendo algo raro, como un laberinto emocional, no sé como explicarlo, es como una continua confusión con todo lo que intento sentir, pensar o decir.

Por ejemplo, el otro día estaba con mi grupo de amigos y con el chico que me gusta porque es uno de ellos. Normalmente todos me dicen Euge, pero esta vez fue distinto. Empezaron a ponerme apodos según mi apariencia física. Me decían cosas como: tabla, elfo, cuatrochi y algunas otras cosas. Por más que me reía y hacía como que no me pasaba nada, sentía un nudo en la garganta. En ese momento se apareció, sin previo aviso, este laberinto emocional y empecé a platearme dos caminos posibles, seguirles el juego o decirles que eso me molestaba, pero dentro de esos caminos había muchas posibilidades más, si elegía el primero podían seguirme molestando o también podían dejar de hacerlo al ver que no me causaba nada, pero si elegía el segundo podían molestarme más, enojarse conmigo o respetarme y no volver a hacerlo, aunque siendo sincera, la última no era muy probable. Todo el resto del tiempo que estuve en la escuela fue normal.

Cuando llegué a mi casa, empecé a hacer las tareas que me había dejado mi mamá. Mientras lavaba los platos me puse a pensar en por qué me molestaban tanto esos apodos si eran normales entre todo grupo de adolescentes. Después me di cuenta de que, quizás, podía ser porque me los dijeron en frente de Manuel, el chico que me gusta.

Cuando hablo de esto con algún adulto, obviamente sin contarles la parte de Manuel, me dicen que es normal y que todos pasaron por eso, pero, si digo la verdad, no parece.

Esta sensación se nota más cuando hablo con Manuel. Una vez mis amigas lo molestaban diciéndole que yo sabía todo sobre él, su nombre completo, los nombres de sus hermanos y todo eso, cuando él empezó a hacer una sonrisa nerviosa volvió a mi mente ese laberinto, esta vez con más caminos para elegir, si me reía podía pensar que lo estaba acosando, si hacía como que no pasaba nada podía creer que hacía lo mismo con todos, pero si me ponía nerviosa, cosa que ya estaba haciendo, podía alejarse de mi. Al final elegí la de ponerme nerviosa, parecía ser la menos tonta.

Me pone mal estar pensando siempre en Manuel, el pobre chico se debe sentir acosado, en realidad mis amigas lo hacen sentir acosado, siempre le cuentan lo que yo les digo de él, y ellas dicen cosas parecidas de los chicos que les gustan, eso me parece injusto.

No se por qué, cómo, o cuándo me empezó a gustar Manuel, lo que si sé es que por pensar en él la profesora de historia retiró mi prueba de Juan Manuel de Rosas en blanco.

No se por qué, cómo, o cuándo me empezó a gustar Manuel, lo que si sé es que por pensar en él la profesora de historia retiró mi prueba de Juan Manuel de Rosas en blanco

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