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Lunes por la mañana, los pájaros danzan afuera de la ventana mientras un moreno observa todo detrás del cristal.

Killua había salido en una misión el viernes y debía regresar a más tardar el domingo en la mañana, pero no habían rastros de él y eso le estaba consumiendo los nervios.

De alguna manera debía calmarse para no alarmar a Alluka que dormía plácidamente creyendo que su hermano llegaría el lunes en la tarde.

Decidió ir a preparar el desayuno cuando el sonido de un gato herido cautivó toda su atención.

Se dirigió hacia los lamentos y concluyó que el felino estaba dentro del cuarto de baño. Una vez que estuvo dentro vió cómo algo se movía tras la cortina de la ducha al mismo tiempo que se escuchaban quejidos.
Con cuidado corrió la tela para dar con el animal y ahí fue cuando lo vió.

Un hermoso gato de pelaje blanco con los ojos más lindos que Gon pudo haber visto en toda su vida.

Sintió lástima por él al verlo ensangrentado, así que con cuidado lo tomó entre sus brazos. Sorprendiéndose al no ser arañado en ningún momento, más bien, el gato estaba colaborando.

Lo llevó hacía su cuarto con cuidado y buscó un botiquín para curar sus heridas. Mientras el gato lo miraba con atención recostado en la cama.

Cuando tuvo el botiquín en sus manos se acercó para curar al animal, el cual no hizo ningún gesto al sentir el desinfectante en su herida.

-Me recuerdas a Killua, a él no le duele nada.- Gon suspiró al imaginar las torturas por las que tuvo que pasar su amigo para no sentir dolor.

Una vez la venda en su pecho estaba puesta, el felino corrió a la habitación en dónde se encontraba Alluka. Provocando que Gon lo persiguiera por toda la casa.

-¡Ven para acá pequeño!- Intentó detener al animal, pero era mucho más escurridizo y rápido que él.

Se asustó un poco cuando lo vió suspirar de tranquilidad al encontrar a Alluka durmiendo en su cama. Era como si el pequeño felino estuviera preocupado por ella.

Con sutileza se acercó por atrás y lo tomó entre sus brazos para acariciar su cabeza. -Debes tener hambre, te voy a dar de comer- En cosa de segundos el animal se pegó al pecho de Gon y comenzó a ronronear para recibir más caricias. El moreno no tenía ningún problema en consentirlo.

Lo llevó a la cocina y lo intentó dejar sobre la mesa, pero el gato se aferró a su pijama para no separarse de él.
Otra vez Gon fue el que se llevó la sorpresa al notar con la precisión en la que el felino solo se aferraba a sus prendas casi esquivando la piel para no dañarlo con sus garras.

-Eres un gato muy astuto.-

Los azules ojos del animal lo miraron casi con soberbia, como si entendiera que lo estaban halagado.

-Y muy lindo y suave también.-

El gato rápidamente intentó separarse de él cómo si estuviera avergonzado, haciendo que a Gon le diera un ataque de risa.

-Son las 7:30 am gatito, yo aún no tengo hambre ¿Tú si tienes?-

Asintió con su pequeña cabeza.

-Te voy a dar un poco de leche.-

Mientras preparaba las cosas sentía la mirada penetrante del gato que tenía aferrado a su pecho. Y al mismo tiempo, cómo ese pequeño cuerpo no dejaba de ronronear.

-Te gusta mucho estar en mis brazos eh.- Acarició nuevamente su cabeza y lo dejó en el suelo junto al posillo con leche.

Al observar detenidamente al gato se dió cuenta de que era sumamente torpe con la lengua y se burló para sus adentros. Se preocupó cuando el gato lo miró como si supiera lo que estaba haciendo.

Como un gatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora