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I.

—¿Estamos perdidos?

—No seas tonto, Ron, conozco este bosque al derecho y al revés —responde Harry con tono ligeramente irritado.

Ron rueda los ojos y extiende una mano para acariciar la cabeza de su caballo.

—Hermes está cansado —dice—. ¿Deberíamos parar un momento aquí?

Él mira hacia atrás, donde está Hermione observándolo todo con aburrimiento. La chica accedió a saltarse las lecciones de Binns porque sus amigos le prometieron una gran aventura, pero se arrepiente de haberlo hecho porque tiene el presentimiento de que Harry los ha desviado del camino.

—Me parece una idea...

—¡¿Quién está ahí?!

El grito de Harry los pone en alerta. Ron y Hermione sacan la varita y apuntan con ellas hacia la misma dirección que su amigo. Harry tiene los dientes apretados y los ojos refulgentes de odio.

—¡Muéstrate! —ordena él, como si solo se tratase de una persona, aunque Hermione nota a varias siluetas escondiéndose tras los árboles—. ¡Muéstrate ahora o te mataré!

Las ramas y hojas se agitan para presentar a por lo menos una docena de figuras largas y estilizadas. Mujeres, mujeres de una belleza sorprendente que, irónicamente, visten ropa bastante simple.

Harry arruga la nariz y baja lentamente la varita.

—Veelas —murmura Ron, imitando el actuar de su amigo, aunque la desconfianza aún ronda por su rostro—. Estamos en su territorio.

—¿En su territorio? Todo esto me pertenece.

—Se ha vuelto presuntuoso con el tiempo, príncipe Harry. No son las cualidades que se esperan del futuro monarca —dice una de ellas, la más grande de todas. El resto de veelas ahogan un grito de terror y se echan para atrás. Están aterradas por su atrevimiento.

El aludido sonríe malvadamente y levanta un poco el brazo con el que sostiene la varita.

—Seré el rey en un par de años, así que te aconsejo que cuides lo que dices —advierte Harry. Hermione suspira con aburrimiento, está harta de verlo fanfarronear—. Mi padre ha sido clemente con ustedes, pero cabe la posibilidad de que yo no sea poseedor de la misma bondad.

La veela lo mira con furia y sus rasgos se contorsionan, suplantando a la bella mujer por su verdadera naturaleza. Es la primera vez que Hermione está tan cerca de una veela, así que no puede evitar sentirse interesada. Acaba de comprobar que los libros de texto y las historias que le contaron son reales: las veelas son unas bestias espantosas.

Sus ojos viajan por el resto de mujeres. Todas agachan la mirada cuando notan que están siendo observadas, una respuesta que la sorprende sobremanera: no espera que las mujeres hermosas muestren sumisión y mucho menos que oculten su belleza. Sin embargo, ni siquiera ese descubrimiento consigue fascinarla tanto como la mujer de ojos oscuros que la mira desde detrás de un grueso tronco.

No hay duda de que, a pesar de sus ojos negros y cabello oscuro, es una veela. No es la única que no tiene el cabello rubio, pero tiene algo que la diferencia de las otras. Es igual de guapa que las demás, pero ella, al contrario del resto, la está mirando. Con miedo y temor, pero sus ojos están clavados fijamente en ella. Quizá, piensa Hermione, ella la encuentra tan fascinante como ella.

Sonríe sin proponérselo y Ron jala su brazo. Cuando Hermione lo enfrenta, tiene las cejas levantadas.

—No seas tonta —dice—. No puedo creer que tenga que ser yo quién de las advertencias, Hermione. No la mires demasiado, no sabes de lo que es capaz.

Paraiso | BELLAMIONE AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora