Reposaba sobre el año 1944, en la mente de una excepcional mujer de 30 años, tan alta inteligencia y destreza en las ciencias y matemáticas como lo fue una vez la alta belleza de Helena de Esparta. Amelia era su nombre, y su gran intelecto atormentaba el ego de los científicos y filósofos contemporáneos de su época. Adelantada a su realidad social, Amelia, basándose en sus fervientes estudios y exitosos experimentos, logró posicionarse en uno de los más altos rangos de la universidad de Alemania, y llegó a ser conocida como la "Bruja Merlina" de la química.
Tanta era su indiferencia ante los temas pronunciados por las mujeres del común, como los matrimonios, las relaciones y los asuntos amorosos, que sus parientes cercanos la predestinaron a ser una eterna solterona. Aun así, desafiando las palabras condenatorias de sus allegados, la excepcional y aparentemente inquebrantable Amelia, cayó en los brazos de un joven de tierras prohibidas en ese momento por la Alemania Nazi. Al último año de la desastrosa Segunda Guerra Mundial, no solo terminaba la perturbación entre naciones, sino que también iniciaba la primera llama de un amor convenientemente planeado.
Todo empezó cerca al pequeño lago situado a unos metros de la acogedora casa de Amelia, donde vivía sin acompañante alguno, pero sin ningún sentimiento de soledad, ya que su ocupada profesión no le daba tiempo de mirar a su pequeño y desordenado entorno. Debido a su misma naturaleza de conformista soltería, la guerra no alcanzaba los campos donde vivía Amelia. Sin embargo, un día inesperado, un pedazo de guerra llego a las orillas del lago. A sus pies cayó el joven de unos 27 años, malherido, de procedencia desconocida y portador de un uniforme militar alemán. A pesar de su gran desconfianza, su respeto a la vida hizo que Amelia arrastrara al hombre hacia su casa y allí le salvara la vida curándole sus heridas.
Pronto descubrió el origen del joven de ojos tan marrones como el color de un dulce café en la mañana. Al lograr musitar unas palabras, su idioma no era el mismo de Amelia. Por los tantos libros internacionales de investigación que había leído, que, por cierto, estaban completamente prohibidos para la gente del común, Amelia entendió las palabras del joven en inglés. A pesar del miedo por tener un enemigo de la nación en su hogar, los finos rasgos del chico no pasaron desapercibidos para Amelia, por lo que sintió un pequeño ardor en su corazón al ver al apuesto joven convaleciente.
Con el paso de los días, el joven de ojos marrones empezó a mejorar y a comunicarse con Amelia, así fue explicándole poco a poco como terminó allí, en territorio enemigo. Este había huido de las trincheras del frente enemigo, cuando por una negligencia de las fuerzas alemanas, pudo pasar por muerto y correr cuatro días seguidos hasta donde se encontraba actualmente, todo gracias a un soldado nazi muerto, del cual usurpó su uniforme y pasó desapercibido. Día a día, Amelia se interesaba más en el campo enemigo y se iba adentrando en las tan llamativas diferencias de la cultura americana.
El joven, sin desaprovechar la situación, por medio de ruegos, lamentos y sonrisas, convenció a la mujer de enseñarle sus más grandes logros, experimentos y estudios que había realizado. Siete meses habían pasado, y el joven aprendía con gran habilidad los secretos de la química, empezó a idear sus propios experimentos y a tratar de alcanzar a su maestra. Ella por su parte, caía súbitamente en los encantos del joven, y poco a poco sintió la pasión que por ninguna otra cosa había sentido, ni siquiera por su amada profesión. En los pequeños reportes que llegaban de fuera de las pequeñas pero acogedoras paredes, se decía que el gobierno nazi estaba decayendo ante los constantes ataques de EEUU, pero Amelia y su acompañante estaban tan ocupados trabajando juntos en nuevos proyectos, que le restaron importancia a la situación.
Un día, cuando el joven demostró que había superado a su maestra, al proponer una fórmula química ante una nueva sustancia, también dejó en evidencia las principales intenciones de su repentina llegada. En realidad, este joven era un informante del ejército enemigo, no había llegado a la casa de Amelia por casualidad, sino que más bien, había sido enviado por sus superiores a tener contacto con la chica debido a su participación en un proyecto con partículas atómicas en la universidad de Alemania. Resulta que, dentro de este proyecto, se estaban investigando las reacciones de moléculas nuevas, de consistencia y resistencia diferentes a las de los explosivos del momento, y el ejército americano deseaba esa información. Aunque Amelia hacía parte importante del proyecto, no se habían podido conseguir más avances en la investigación desde el inicio de la guerra, pero, junto a su "inocente y malherido amigo", habían logrado llegar a una conclusión, no tan grande, pero si importante en la investigación.
Luego de lograr, no a cabalidad, pero parcialmente su cometido, el joven usó una sustancia química para dejar a Amelia inconsciente y desaparecer sin dejar rastro. Lastimosamente, unas semanas atrás, el ejército alemán había estado vigilando a Amelia, y al confirmar que había un soldado americano en su casa, justo después de que el mismo hubiera escapado, atraparon a la mujer y la acusaron de traición. Encerrada en una celda, no encontraba el porqué de tan horrible traición por parte de su compañero, y se reprochaba lo estúpida que fue al confiar en "el joven del lago", nombre que le dio desde el primer día que lo encontró convaleciente a sus pies. Así fue como esta mujer cayó en un espejismo de amor, y fue traicionada por el único al que creía amor verdadero.
Condenada a muerte, aunque el ejército la había retenido por dos meses debido a que era una pieza clave en la investigación de las nuevas moléculas nucleares, Amelia había perdido toda esperanza y solo se resignaba a esperar su final. Pero, justo un día antes de su ejecución, la Alemania nazi cayó, era el fin de la segunda guerra mundial. Al lado de los barrotes, Amelia vio como los soldados salían con rapidez, unos huyendo de la cárcel, y otros enfrentándose a las tropas americanas que estaban entrando. Los presos gritaban eufóricos alabando su llegada, ya que ese pabellón era donde se encontraban los encarcelados ciudadanos o soldados americanos esperando un milagro o un rescate, y ese día había llegado.
De pronto, por medio de los barrotes, Amelia logró ver a un soldado de uniforme americano pasar por cada una de las celdas que ahora se encontraban en su mayoría vacías. La celda de Amelia no había sido abierta, ya que en la placa del frente aparecía un distintivo identificándola como alemana. El hombre estaba buscando algo, y cuando llegó a la celda de Amelia, cayó de rodillas y pronuncio en inglés: "estás viva". Se levanto de nuevo y abrió rápidamente la reja de la celda, abrazó a la mujer mientras sollozaba y repetía constantemente que lo sentía. En ese momento Amelia reconoció la voz del joven con el que había convivido hace dos meses atrás.
Lo apartó rápidamente, empujándolo con fuerza y pronuncio un insulto en su idioma. El joven se quitó el casco, se puso de rodillas de nuevo y bajó su cabeza mirando hacia el suelo en una muestra de arrepentimiento. Amelia no pudo contener las lágrimas y abrazó al chico con la misma fuerza con la que lo había apartado. El chico le correspondió para luego unir sus frentes en un cálido gesto mientras musitaba un "te amo" en alemán, lo que sorprendió a Amelia, pero al mismo tiempo, le brindo seguridad y calma, disipando cualquier sentimiento de incertidumbre y angustia, cuando el joven unió sus labios en un cálido y prolongado beso.
~•~•~
Haklfjahsabdajb no se que poner JAJAJAJAJA
Si lo leen sin pensar mucho en los detalles del contexto histórico es mas chido XD
En fin, espero que lo disfruten uwu. ❤
Con mucho amor ❤
NikyBae~
ESTÁS LEYENDO
El Mundo Paralelo de Merlín
Short StoryPequeña narración que adapta la historia de Merlín y la Dama del lago, personajes mitológicos de la literatura fantástica, a los días de la segunda guerra mundial. ~•~•~ ✓ Con origen en una tarea que me dejaron en la materia de lenguaje XD, así que...