La trapecista

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Érase una vez un niño, un niño que soñaba con lograr cosas grandes cosas inimaginables y nunca vistas y el pequeño de ojos grises soñaba, todas las noches cuando se iba a dormir, en las luces, los brillos, la magia. Le atrapaban y le envolvían como una manta envuelve a una niña que tiene frio, lo protegían como cuando de pequeños nos cubríamos con las sábanas de la cama de cabeza a pies creyendo que esa manta nos resguardaría de cualquier ser que viniese a acechar por la noche y lo más importante le hacía olvidar por un tiempo quien era y quien iba a ser.

Había un niño que soñaba con un lugar en el que la magia fuese siempre la protagonista, en el que el ser diferente fuese una ventaja y te alabasen por ello, un sitio en el que pudieses reír y hacer lo que te gusta sin que fueses juzgado. Soñaba con "SEMPITERNO".

*Sempiterno: Que durará siempre; que, habiendo tenido principio, no tendrá fin.

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