15. SIEMPRE CASI

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I almost do- Taylor Swift

Eda Yildiz:

Hoy es el gran día. El día de la boda. El día de mi boda.
¡Arg! Más que motivo suficiente para tener la cara enterrada en la almohada y querer no salir del interior de estas sábanas nunca. Ahora que el momento se acerca, no estoy tan segura de estar tomando la decisión correcta al casarme con Deniz bajo la esperanza de llegar a ser feliz a su lado.
Es que... hoy se supone que tiene que ser uno de los días más felices de mi vida, tal y como han dicho las chicas. Mi estado de ánimo tendría que ser diferente, algo así como estar sonriendo con cara de tonta enamorada o sentir nervios en la boca del estómago ante la idea de convertirme en la esposa de alguien. Ante la idea de que otra persona vaya a ligar su vida a la mía y convertirse en mi esposo. ¿Por qué solo siento ganas de echarme a llorar ante el simple pensamiento de que solo quedan menos de seis horas para que ese momento llegue?

Quizás todas estas emociones se deben a que en el fondo de mi corazón tengo la certeza de que si me caso con Deniz, jamás llegaré a sentir ni la mínima parte de lo que me provoca el simple pensamiento de Serkan. Jamás seré tan feliz porque sabré en todo momento que el hombre que tengo a mi lado no es el que realmente amo, y nunca conseguiré experimentar ni una de las solas emociones que sentiré a su lado. Y saber eso es una mierda absoluta.
Mi corazón y mi mente se han puesto de acuerdo en el peor momento para decirme a gritos que detenga esta locura. Que vaya a la habitación de Deniz y le cuenta la realidad de lo que me pasa, de lo que ha sucedido, ¿pero cómo voy a ser capaz de hacerle el mismo daño que me han hecho a mí a otra persona? No, no puedo, Deniz no merece eso. Jamás debe saber lo ocurrido con Serkan. Jamás. Y aunque el daño esté hecho, también sé que ojos que no ven, corazón que no siente.

Si las cosas con Serkan hubiesen sido de manera diferente, estoy segura de que habría optado por ser sincera y confesar mis sentimientos antes de lo ocurrido entre nosotros dos. Mi intención era no hacer daño a Deniz cuando tuve la idea de romper la relación para poder intentar algo con Serkan, en ese momento no le había sido infiel físicamente, y aunque supongo que el dolor emocional es mucho más fuerte, saber que existen los dos tipos de heridas me deja desolada.

-Ojalá estuviera vacía- susurro contra la almohada, quitándola de mi rostro con fuerza segundos después, para mirar el techo sin ánimo alguno-

Anhelaba no tener ni un solo sentimiento en mi interior. Estar vacía. Porque el vacío no conocía el dolor, ni los recuerdos, ni la ausencia, ni la nostalgia, ni el temor. El vacío tenía que ser algo así como la deliciosa paz extrema, algo así como la manera de perderse estando rodeada de la nada más oscura, más absoluta. No, supongo que era diferente. Realmente, el vacío no tenía forma, ni color, ni nada. No tenía nada. Y eso era lo que quería. No sentir nada.

Si la vida fuese tan sencilla como me gustaría, sería capaz de apagar mis emociones de la misma forma que hacían en The Vampire Diaries, la serie a la que me enganché con Melo durante mi etapa de tristeza absoluta al regresar de Italia. Elegiría no sentir, convertirme en otra persona completamente diferente a la que no le importase herir al resto para saciar sus propios deseos. Y puede sonar y ser egoísta, pero cuando llevas sufriendo por dentro tanto tiempo como yo lo he hecho, te aferras a cualquier calma que se presente.

Deniz siempre ha sido eso para mí, o al menos me he engañado el tiempo suficiente para considerarlo un salvavidas al que aferrarme. Cuando lo conocí, simplemente era ese hombre al que intentaba evitar a toda costa para no tener que rechazar abiertamente sus avances. Al fin y al cabo, trabajamos juntos en el proyecto que llevaba en Roma, y no quería tener una mala relación con él al tener que rechazarlo abiertamente. Por eso mismo deseché su persona a un lado, haciéndola irrelevante para mí y tratándolo como a otro hombre cualquiera.
Al volver a Turquía las cosas cambiaron por completo.
Existió la casualidad de que para poder continuar con el proyecto que había dejado atrás, tenía que acudir a la empresa de uno de los socios, y ese resultó ser Deniz. Juntos trabajamos codo con codo, y al cabo de unas semanas éramos íntimos amigos. Con él me sentía bien, me sentía apreciada, querida, especial... conseguía que en ciertas ocasiones olvidase el motivo de mi tristeza. Deniz supo como conseguir que mi corazón ocultase las heridas que tenía. Y ahora, a las 12 p.m me convertiré en la mujer de ese hombre tan maravilloso.

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