𝚄𝙽 𝙶𝚄𝚂𝚃𝙾..

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Un día normal Jay solía salir del colegio e ir a un parque cerca de ahí, eso lo hacía todos los días, para no llegar a casa y enfrentar a su padre, un señor ebrio, con muchos problemas, los cuales resolvía desquitandose con el delicado Jay, golpeándolo hasta dejarlo tirado en el piso con golpes visibles y a veces sangre.
Para Jay ese parque era su lugar seguro, ya que era una persona solitaria, sin amigos y ninguna persona a la cual pueda acudir en los momentos difíciles, el no quería acercarse hablar con nadie, no quería que alguien más saliera lastimado, al igual que su madre.

Una mujer super linda, una perfecta madre que murió a manos del padre de Jay.

Estando en ese parque Jay se sentó en el lugar de siempre, debajo de un árbol de cerezos que tanto le gustaba a su madre. De pequeño siempre iban hacer picnics a ese mismo parque, de bajó de ese mismo árbol, con ello el ambiente se puso algo nostálgico recordando aquellos momentos que pasó con su madre en ese lugar, bajó la mirada y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

-si tan solo ese día no hubiese hecho enojar a papá, mamá no estuviera muerta.. ¿por qué?, ¿por qué tuve que hacer que mamá muriera?-

Jay rompió en llanto después de decir esas palabras, se sentía la peor persona del mundo, se sentía el peor hijo, sentía que su madre estaba furiosa con él.

-Perdón, mamá perdóname, te juro que hacer enojar a papá no fue mi intención, te extraño, extraño que hagamos picnics en este lugar, porfavor regresa, no tengo a nadie más, eras la única persona en mi vida y tuve que provocar que te fueras, no, ¿por qué?, porfavor regre...-

Fue interrumpido por un chico de pelinegro, delgado, de piel muy pálida y muy lindo

-Q-quien eres?-.

Jay lo miro mientras se limpiaba las lágrimas y algo asustado, ya que nunca en la vida, nadie se le había acercado de esa forma, pero a la ves Jay tenía una sensación rara al mirar al chico, una sensación que jamás había tenido.

-Hola soy Jungwon pero, oye ¿estás bien?, me acerque por qué estabas llorando y creí que necesitabas a alguien con quién hablar, si es así, yo estoy aqui-

El chico pelinegro acarició la cabeza del contrario, no se conocían pero el echo de verlo llorar lo partía en dos, el solo quería ayudarlo y que se sintiera tranquilo y con algo de confianza.

Pero Jay al igual estába algo confundido.
¿Quién era ese chico?, ¿Por qué le está brindando su confianza?, ¿por qué querrá ayudarlo?.

-Si todo bien, no pasa nada aún así gracias-

El chico pelinegro sabía que no era así, sabía que Jay estaba mal, pero si él no quería su ayuda, no podía hacer más.

-okey está bien, bueno entonces me voy-

Jungwon se paro sacudiéndose un poco la ropa para quitar el pasto que tenía encima.

-¿por cierto cuál es tu nombre?-

Jay tenía la cabeza abajo no sabía que pensar por el hecho de que un desconocido se hubiera acercado hablar con el y brindarle su confianza.

-me llamo Jay, un gusto-

-El gusto es mío, pero bueno Jay me tengo que ir, haci que hasta luego-

El chico pelinegro se fue, y Jay seguía confundido.
Al tener al chico a un lado de el, escuchar su voz y ver su lindo rostro, seguía recordándolo y seguía teniendo esa sensación rara.

Jay se paró y se sacudió un poco, saco su teléfono móvil del bolsillo de su pantalón ya que estaba sonando.

-No puede ser es mi padre de nuevo, a el que te le importa si llego tarde-

Volvió a guardar su teléfono móvil, levantó su mochila y salió del parque directo a casa.

Aún que llegar a casa era un infierno, parecía que su padre era el mismo demonio, no tenía de otra más que enfrentarlo una ves más.


[Esta es mi primer historia espero y les guste, si tengo algunas fallas o así lo siento en verdad, y gracias por leer]

𝙻𝙸𝚃𝚃𝙻𝙴 𝙱𝙴𝙰𝚁 [𝙹𝙰𝚈𝚆𝙾𝙽]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora