Amable

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—Iguro-san ¿quieres acompañarme?

Mitsuri entrelaza sus dedos detrás de su espalda mientras mueve su pie derecho de manera nerviosa.

Sus ojos verdes miraban hacia la salida del recinto que funcionaba como sede de los cazadores, lugar donde se había celebrado hasta hace un minuto una importante reunión de pilares.

El de ojos bicolor miraba como su amigable compañero Sanemi abandonaba el lugar entre insultos a Giyuu Tomioka, quien había reportado un fallo en el reporte de Sanemi, nada relevante, solo que usó mal una palabra y él lo dejó en vergüenza.

Si bien Uzui casi explota en risa, se aguantó. Mitsuri solo se tapó la boca sorprendida y Shinobu sonrió algo incómoda.

Pero todos sus pensamientos se limpiaron cuando escuchó la melodiosa voz de su compañera que desempeñaba el papel de Pilar como el Pilar del amor.

—Está bien.

La respuesta casi inmediata fue bien recibida por Mitsuri, quien sin pensar mucho se contentó a ser aceptaba rápidamente.

—Oh, espera Iguro-san. En estos momentos debes de preguntarle a la otra persona qué tiene pensado.

—Hm. ¿Qué tienes pensado?

—¡Gracias por preguntar! —Mitsuri sonríe y lleva sus manos a su cintura—. ¡Vamos a alimentar pájaros en el Hanasakura!

Hanasakura fue el nombre cariñoso que le dio a un gran árbol de cerezo que florecía cerca de la sede de los cazadores.

Obanai asiente.

—Está bien.

Juntos empiezan a caminar hacia a la salida.

—¿Les compramos pasteles? ¿tempura? ¿Salmón?

—Grano de arroz estaría bien.

—¡Arroz! ¡Qué gran idea! Así podrían comer mucho ¿les llevamos sal para que lo sazonen?

—A ellos les gusta comer piedritas.

—Piedritas, ya veo. Lo sazonan con el suelo, que ahorradores.

Si bien era una conversación extraña para ser entre dos pilares, era común que Mitsuri hablase de esa forma.

Iguro la conocía bien.

—¿Tienes dinero?

—Tengo, pero también debería de ir a retirar un poco. Estaba pensando en comer algunos dangos de la tienda del pueblo ¿quieres ir conmigo?

—Sí, está bien.

Entre saltitos de ella y pasos silenciosos de él, ambos abandonan la sede, bajo la mirada aterrorizada de un cierto kakushi.

Pero si Kanroji-sama vive a tres horas de aquí.

La distancia no era un impedimento para Iguro, si eso la hacía feliz, él iría hasta américa de ser necesario.

[ · · · ]

—Kabarumaru-kun, no vayas a comer pajaritos si se acercan.

Mitsuri le habla seriamente a la serpiente que ahora siseaba en el suelo, cerca de una pequeña bolsa de granos de arroz que entre ambos compraron.

—Kuchukuchukuchu.

Haciendo sonidos raros ella empieza a tirar el arroz al suelo.

Iguro hacía lo mismo en silencio.

—Pajaritos, pajaritos, comida gratis, gratis.

El de pelo negro la miraba de vez en cuando con sus ojos llenos de cariño.

—Coman, coman. Coman y tengan muchos pajaritos.

Mitsuri extiende su mano con arroz en ella y un pequeño gorrión regordete se posó en ella.

—Aw, me recuerdas al pajarito del compañero de Tanjirou-kun.

Un desenfreno de celos arremetió contra Iguro en ese momento, pero como Mitsuri lo miraba, se calmó.

—Recuerdas a Tanjirou-kun ¿verdad? Hay un rubio que anda con él que tiene como ayudante un gorrión ¡es muy lindo!

—¿El gorrión?

—¡Sí! Me lo he encontrado pocas veces, pero es muy bonito, aunque no sabe hablar.

Iguro suspira.

—Toma Kabarumaru-kun, alimenta unos pajari- ¡Kabarumaru-kun!

La serpiente en el suelo estaba siendo usada como trípode para tres pajaritos que estaban chillando por comida.

—¿Cómo que tres? ¿Porqué Kabarumaru-kun es tres veces más popular que yo con los pajaritos?

Mitsuri pone su mano en su boca mientras se lamenta.

La mirada asesina de Iguro es bien captada por la serpiente albina, la cual se sacude y se arrastra hasta Iguro.

—Aw, parece que no le gustan. Vengan, coman, coman, yo sí los quiero.

Los tres pajaritos rápidamente se acercan a ella y empiezan a comer de los granos que ella ponía a sus pies.

—Ahh, son tan lindos.

Y sonriendo ella vuelve a ver la espalda del hombre que seguía sus tontas acciones.

Una sonrisa cariñosa se forma en sus labios al verlo quedarse sin arroz y mirar asustado a ambos lados, solo para darse cuenta que Kabarumaru había tomado su pequeña bolsa de arroz y la había cargado en su boca hasta el costal pequeño que estaba en el suelo, diciéndole que debía recargar.

Gracias.

Un pequeño sonrojo se manifiesta en la cara de la ojiverde.

Sé que solo es una tontería, pero... gracias por acompañarme.

Una mirada amorosa es dirigida hacia el cazador que espantaba los pájaros que intentaban meterse al costal con granos de arroz.

Eres muy amable.

[ F I N ]

















—¿Arara? ¿Qué es esto, Tomioka-san? ¿Desde cuando eres soporte de pajaritos?

Giyuu se encontraba crucificado en un árbol con varias katanas nichirin bien clavadas en el extenso tronco.

Y la pequeña cazadora, en estatura, se burlaba porque los pájaros se había posado sobre él.

Había incluso uno que empezó a hacer un nido en su cabeza.

—Ayuda.

Solo eso pudo decir.

Amable - ObaMitsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora