||-All I see is you and me.

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Fue la primera vez en la que no deseaba acompañarle al hospital. Yo siempre era compañero, le apoyaba, le daba las fuerzas que creía que necesitaba, pero aquel día fue distinto. No tenía las fuerzas suficientes para creer darle fuerzas a él, no me sentía seguro con lo que fuera a suceder, y tampoco que me había dejado dar mi opinión respecto a ello.

Él quiso hacerlo, y le negué, pero al fin de cuentas terminé accediendo a sus deseos callándome la boca sin pretexto ante su decisión. Sabía que Liam ya no se encontraba con los ánimos suficientes para seguir viviendo su vida, sabía que ya deseaba estar muerto, y aunque él desconociera mis conocimientos, no le mencioné nunca nada; ya que tal vez de alguna forma él se sentiría mejor en otra parte. Pero yo no lo quería así, no quería perder al amor de mi vida, no a Liam.

Al estacionar frente al hospital, pasé minutos sentando dentro de mi auto hasta el momento en el que me decidí en entrar. No hubiera pasado por ese instante de no haberme quedado con él durante la noche en su habitación de la clínica, pero tampoco deseaba discutir en los probables últimos minutos que pasase en su compañía.

Tiré mi cabeza hacia atrás y suspiré, observando como diversos tipos de familias, parejas, personas y niños entraban y salían de aquel gran hospital. Lo único que esperaba, era que al cabo de dos días, lograra salir junto a Liam de aquel lugar. Era mi único deseo, y no pedía otra cosa que no fuera ello.

Presté atención en un hombre adulto que salía en sillas de ruedas de aquellas puertas, y que la persona que le conducía, era respectivamente su mujer, su esposa, quien al momento de salir, le abrazó y le besó como en los años en los que alguna vez se encontraron jóvenes y emprendedores. ¿Por qué yo no podía ver mi futuro con Liam de esa manera? ¿Por qué sentía que todo se detenía dentro de aquellas paredes? ¿Por qué un ser tan único y especial como él? Comenzaba a comprender el juego de la vida, en como en un instante a otro puede arrebatarte todo lo que tienes sin siquiera preguntarte por ello; en como se entretiene con nuestros sentimientos, ya que siendo positivos o negativos, espera de alguna forma enseñarnos algo de ella; en como le agrada vernos aprender de nuestros errores; y en como se siente orgullosa de observarnos capaces de afrontar los problemas. Era un juego sucio, pensaba yo; ya que tal vez a las personas no dinero no les sucedía cosas como esas. Poner dinero en la bolsa era muy fácil para ellos ante cualquier situación de peligro; cuestión que yo veía lejos de mi posición económica.

Estaba angustiado, pensaba en los próximos dos días que pasaría allí dentro, en los próximos sucesos a los que tendría que sentirme preparado para afrontarlos. No estaba seguro de nada, me sentía amarrado a una vía de tren, esperando que el mismo pasase sobre mí listo para matarme de a poco... o tal vez de repente. Era yo quien no se encontraba listo para desafiar lo que le esperaba, y tal vez no era bueno pensar en algo tan vil como la muerte de una manera tan segura como aquella, pero me sentía realmente asustado por el futuro, pensaba en él como tal suicida piensa en la muerte, con la única diferencia de que yo temía ante él; y tal vez hasta me sentaba de rodillas frente a él suplicándole las cosas a mi favor, para poder encontrarme bien, tal y como siempre lo soñé junto a mi esposo, junto a Liam.

Observé mi anillo de matrimonio y reí irónico, siempre era él, Liam James Payne quien siempre me repetía que no me preocupara por el futuro, que viviera el presente en el que me encontrara junto a él, pero... ¿Cómo viviré el futuro presente cuando él ya no se encuentre allí? Si, me era difícil la tarea de pensar en el presente, porque de alguna forma u otra seguía temiéndole al futuro.

Siempre me consideré una persona optimista ante la vida, pero aquellos últimos meses fueron la excepción de todo lo que me diferenciaba del resto. A pesar de tener a Liam a mi lado, una persona aun mas optimista que yo, que sin embargo fue por ello por lo que me había enamorado de ella, me sentía perdido y abatido de todo. Creía que ya no podía seguir luchando por algo que no podía encontrar la manera de cambiar; porque definidamente, las probabilidades de que las cosas sucedieran como yo esperaba, eran de un porcentaje de setenta y tres sobre cien, y con ello mis esperanzas se desvanecían.

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⏰ Última actualización: Sep 01, 2015 ⏰

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