H E A D C A N N O N S !!

stalker's tango

Ella, es ella, lentamente alejándose de los arbustos de aquella escuela, permitiendo que su larga cabellera castaña baile con la suave brisa que enero trae a nuestra casa.
Despierta curiosidad ¿no? ¿vivir en una misma casa con la razón de tu mayor desprecio? Sí, yo vivo con ella, ella vive conmigo, vivimos juntos pero aún no logra caer en ello, dueña de mis pupilas. Vivimos juntos, nosotros y muchos más, muchísimos más, pero somos solo ella y yo, somos nosotros dos y otros billones semejantes.

¿Ves todo a tu alrededor, mi vida? es nuestro jardín, la zona en la que podemos relajarnos, tomarnos de las manos, pegarnos como nunca antes y nunca jamás.

No quiero tomar tu mano, no quiero pegarme a ti, por eso lo deseo, deseo tomar tu mano y deseo pegarme a ti, tanto que parezcamos uno... Ah, es tan desagradable, lo detesto, lo quiero, lo deseo.

A medida que con mis movimientos salgo de mi camuflaje, noto que inconscientemente te vuelvo mi agujero negro, mi perdición ¿cómo es posible? no quiero acercarme pero cada vez te veo más cerca y me noto más lejano aún ¿qué es lo que haces conmigo? no quiero ni pensar en preguntártelo, estoy seguro de que no tienes nada más que respuesta blanca, eso solo me haría odiarte más y guiar en crecimiento mis ganas de ti.

Volteas a verme, sigo, cuando ya no soy capaz de verte, logro oírte, una pequeña y suave risilla roza mis tímpanos ¿fue tuya? porque por alguna razón mis puños ejercieron fuerza frente a mí como si se contuvieran de algún acometido carente de coherencia, pero mis labios no hicieron más que despertar en una curva que permitía mostrar mis dientes. No me gusta que esto pase, no tengo control de mí, pero aún así, me llevo a rastras hasta esta situación.

Lo sé, es extraño, es extraña la forma en la que te percibo, siempre está ese pensamiento que me recalca lo mucho que me disgustaría tocarte, pero aquí estoy, frente a tu espejo, bailando con tu vestido favorito mientras esa sonrisa que me provocaste se mantiene intacta.
Le recito a la azulada nada misma con ese hipnotizante perfume a algarrobo que nunca encontrará otro yo, un yo que te brinde todo y nada, que te traiga un vacío en bandeja de plata con una bebida que queme lenta y placenteramente los hilos que nos mueven.

Como siempre, hasta en un baile te sigo pero te alejas, doy un paso adelante y das uno hacia atrás.
No es tan complicado, no importa lo que digan los ajenos, nunca encontrarás otro yo.

Mientras acaricio tu marcada cintura me muestras una mueca que denota una emoción que no logro reconocer, pero tus ojos azules se ven más hermosos que nunca al abrirlos de esa manera. Yo te sonrío para calmarte pero soy incapaz de saber si fue efectivo, no sé si el que suspiraras y tus labios temblaran antes de sonreírme fueran una buena señal. Intenté pegarte más a mí para alinear nuestros movimientos, tomaste tanto aire tan de repente que casi empiezas a toser, me pisaste por accidente al temblar ¿tan feliz estás de poder bailar conmigo que hasta te caen lágrimas?
te dije que no había ningún problema, al contrario, me puso feliz tu reacción y cierta risilla que recordaba salió, pero la diferencia es que se deslizaron de mis propios labios.

Bajaste la mirada disimuladamente hasta tus tobillos, tus morados tobillos que hacían destacar ese vestido azul marino. El vívido recuerdo del nacimiento de aquellas marcas me hace suspirar. Las manchas carmesí de tu prenda me hacen sentir un pequeño nudo entre mis cuerdas vocales, fue tu culpa, tú manchaste ese vestido al gritarme.

Así es cómo damos un infinito vaivén en la sala, a pesar de que ya no seas capaz de levantar al cien la mirada para mostrarme esos trémulos labios, seguro son tan tímidos como tus agarres al bailar.

Me acerco a tu oído, sé que aún puedes oírme, recito, esta vez sabiendo que la misma y azulada nada me oirá al pedir una y otra vez...

Ámame, ámame, ámame, ámame, ámame más de lo que posiblemente puedas...

Justo después fue que tu pecho largó, más suavemente, el último suspiro de nuestro tango.