𝟷𝟶𝟶 𝔞𝔫̃𝔬𝔰 𝔡𝔢 𝔰𝔬𝔩𝔢𝔡𝔞𝔡

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Muchos años después, frente a un pequeño vivero, Mariano Guzmán había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Había sido en su niñez, quizás antes de que este muriera de una manera tan desgraciada.

Su corazón se aceleraba, sus manos se enfriaban y su garganta se cerraba al punto de impedirle hablar o siquiera emitir algún sonido.

Tiempo atrás cuando estuvo dispuesto a casarse con Isabella Madrigal supo que su camino seria otro. El poco tiempo que tuvo de conocer a la muchacha de violeta también recorrió un poco la casita, algo llamo su atención desde el principio una puerta que estaba desolada, la imagen en ella se parecía al primo de quien seria su prometida. Trato llegar a una conclusión sencilla y sin llegar a preguntar a nadie acerca de eso, obvio sabia la historia de los Madrigal al igual que el resto del pueblo pero, nadie conocía como eran las imágenes exactas de las puerta de los primeros en recibir un Don.

Tras un estruendo que hizo que todo el pueblo parar y saliera de sus casa a mirar que había pasado con la enigmática familia. Mariano junto con su madre fueron a mirar lo que había pasado pero lo primero que notaron al llegar fue a Mirabel salir corriendo en dirección al rio. Pero lo que casi nadie noto fue como alguien a paso lento también en esa dirección, pero el joven Mariano si lo noto.

Un encapuchado de verde que caminaba con la vela de la señora madrigal sujeta en su pecho, la mirada baja y su cabello que ocultaba su identidad . No era camilo y además en la familia Madrigal no había mas varones mayores que estuvieran en el pueblo.

Mariano curioso lo siguió a paso lento hacia el camino del rio, en cada paso que daba mariposas amarrillas aumentaban. El lugar tenia una ligera niebla con aires misteriosos; Oscuro , frio casi parecía un ambiente nocturno pero Mariano era curioso como cualquier humano por naturaleza y se arriesgó a entrar.

Escucho el sonido del agua, como un ligero chapoteo... Esa persona había entrado al agua.

Con unos pasos más pudo divisar al extraño, cabello ondulado, piel de canela. En su mano la vela apagada estaba posada.

Aquel hombre miraba hacia la parte más oscura del rio, como si algo lo llamar al lugar.

—¿Disculpe señor? —Mariano estaba en la orilla a unos cuantos pasos de entrar al agua, no le importaba que sus zapatos se llenaran de barro.

—Bruno—Su voz sonaba quebrada, algo ronca como si hubiera estado gritando. —Me llamo Bruno.

Mariano camino un poco más, quedando justo donde el agua la tenia en la cintura, No sabia por que se acercaba al hombre con tanta confianza. Pero aun así no había miedo, pero su corazón estaba acelerado.

Las mariposas revolotearon al alrededor de ambos, aunque mayormente parecían atraídas por Bruno. Él de poncho verde por fin se dio la vuelta para mirar al más joven, en sus manos la vela estaba encendida nuevamente, Marino lo miro incrédulo y así como si nada el hombre de verde tomo las manos del joven y le coloco la vela con una pequeña sonrisa cansada.

—Dile a mi madre, que por favor cuide de la familia... A todos por igual.

Mariano no entendió al principio hasta que escucho como la arena rodeaba el lugar, de una forma ilógica la arena rodeo como si fuera un tornado al hombre que de apoco sus ojos se tornaban en un verde esmeralda.

La arena cayo al agua, pero el hombre no estaba. Entonces el corazón de Mariano se estrujo por completo, sintiéndose solo como si hubiera perdido a alguien.

Regreso con aquella vela a la residencia madrigal que estaban reconstruyendo y solo faltaba el pomo de la puerta principal. Marino con pena se acerco hasta Mirabel y le dejo la vela en su manos como segundo anterior Bruno lo había hecho con él. La ultima pieza de la casita cayo al suelo y todos los de la familia se acercaron a mirar la nueva pero diferente vela con rastros de arena.

Casita se doto de magia nuevamente frente a los ojos del público, la cocina, los cuartos. Al entrar todo estaba igual solo que... la habitación del único trillizo no casado ahora no estaba, solo había un cuarto sin dueño, no estaba el característico dibujo junto con el nombre.

Julieta coloco la mano en su corazón, las lagrimas invadieron sus ojos . A sabiendas que ese era un dolor que no podría curar con su comida, solo abrazo a su esposo en busca de consuelo. El resto de la familia hizo lo mismo que ella; lloraron en silencio.

Entonces así fue como Mariano decidido irse, no soportaría ver gente llorando y más cuando fue él quien porto las malas noticias. Al estar en la puerta fue detenido por las mariposas que lo rodearon , intento dispersarlas con su mano y lo logro pero enseguida pie coloco un pie fuera de la residencia la puerta brillo dejando a la gente sorprendida al ver la nueva imagen de la puerta. Por primera vez la casa madrigal le otorgaba un don a alguien ajeno a la familia... Mariano Guzmán había recibido un Don y en la puerta de la antigua habitación del trillizo faltante ahora estaba su imagen con un reloj de arena que tenia la misma cantidad de arena arriba que en la parte posterior, además que estaban rodeado completamente de mariposas.

No hubo de otra, lo tuvieron que aceptar; la familia madrigal, la familia Guzmán... Todos tuvieron que aceptar aquello y aceptar que Mariano se quedara en la casita como si fuera un hijo más de Alma.

El tiempo paso, el don que le fue a Marino se vio reflejado; mientras todos envejecían él se quedaba con la edad en la que recibió él don.

Abatido por esto huyo por un tiempo, intento formar una familia que termino como comenzó(sin amor), cayó en un mal vicio vio esa familia destruirse y luego morir. Entonces huyo de nuevo con una edad que ya comprenda los 55 años en el cuerpo de un hombre de 27 años, esta vez estuvo lejos de su ciudad natal bastante lejos allí conoció a una mujer que con la cara tan inocente como la de una niña que resulto ser una gitana que se ofreció a leerle la mano y las cartas de su destino.

<<El destino ya te dio a tu ser amado pero lo perdiste el mismo día de conocerle>>

Mariano No supo a que se refirió en ese momento así que nuevamente emprendió un viaje largo hacia otro rumbo, vio batallas, hambre y hasta se arrepintió de haber estudiado a los 87 años una carrera universitaria que debió ser lo primero que tendría que haber elegido para hacer con ese don que le fue dado. Terminada la carrera nuevamente tomo marcha hacia su ciudad natal, todo cambiado nadie lo recordaba pero sabia que había un lugar que quizás sí. Lleno de vergüenza se presento en la casa madrigal donde solo encontró a un Antonio bastante mayor que sin dudarlo le presento como su tío a los nuevos miembros de la familia.

Los años volvieron a pasar en encanto pero esta vez Mariano no se fue, eventualmente Toño murió y paso a dejarle el orden de la casa a la hija mayor de su hermana. Fueron 20 años en los que se la dedico a vivir tranquilo y solo trabajaba por su día a día.

Encanto se modernizo un poco las tiendas crecieron y nuevas personas llegaron a poblarla. Mariano decidió que conocería a las nuevas personas además explicaría un poco de la ciudad y el por que era tan conocida la familia Madrigal. Tienda por tienda todos lo recibieron amable y gustosos pero al ir a la ultima nueva tienda, aquel pequeño vivero se congelo: Su corazón se aceleraba, sus manos se enfriaban y su garganta se cerraba al punto de impedirle hablar o siquiera emitir algún sonido. Por que allí frente a sus ojos después de tanto tiempo miro aquel rostro tan similar al que una vez le entrego una vela en un rio.

—¿Bruno? —El joven de la tienda giro a verle con una cara de confusión.

—Si, dígame.

Las mariposa nuevamente volaron a su alrededor y mariano comprendió a quien se había referido tantos años atrás aquella mujer gitana, comprendió el por que de su don, el por que la casita Madrigal lo acepto, era por él por Bruno, Bruno era su amor destinado y por quien tuvo que vivir: 

100 años de soledad.

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⏰ Última actualización: Feb 05, 2022 ⏰

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𝟷𝟶𝟶 𝔞𝔫̃𝔬𝔰 𝔡𝔢 𝔰𝔬𝔩𝔢𝔡𝔞𝔡 (𝔅𝔯𝔲𝔫𝔬  𝔵 𝔐𝔞𝔯𝔦𝔞𝔫𝔬)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora