It bloom from the seasons ━ jung jae-hyun

Capítulo 1

El verano de ese año podía sentirse distinto, lo percibió en la forma en la que observó con más detalle cómo las flores de cerezo comenzaban a deteriorarse y pronto se caerían de los árboles cuando otoño llegara a Seúl, pudo sentirlo en el fresco aire salado de Busan, sabiendo que a partir de ahora las cosas cambiarían en muchos sentidos; su examen CSAT fue un absoluto éxito y gracias a sus arduos esfuerzos esos pesados días de escuela, en los cuales inmediatamente de salir se iba a la academia para fortalecer sus conocimientos, se colocó en la prestigiosa Universidad de Seúl.

Allí, en medio de la arena delante del mar que se movía en suaves olas, Somi decidió que no dejaría nuevamente que su pasado la arrastrara a un rincón tormentoso como lo dejó hacer los últimos años. Si quería que su vida comenzara a cambiar debía comenzar por ella misma.

Pensaba que al menos podría tener un buen cierre escolar, pero aún continuaba siendo perseguida por la sombra de acciones del pasado. Y sí, no todo fue sonrisas y fotografías divertidas en su ceremonia de graduación, pero pensó que al menos ese viaje a Busan cambiaría las sofocantes malas vibras que percibió.

—¡Jeon Somi!

La muchacha miró por última vez cómo se mesían las olas saladas antes de darse la vuelta y trotar hacia donde se encontraba su madre.

—¿Terminaste de asolearte? Mírate nada más... —musitó pasándole las manos por la cara para limpiar la arena seca sobre su rostro —¿usaste bloqueador solar? Vas a regresar a Seúl con la cara toda quemada.

—Usé bloqueador mamá —tomó sus manos y le sonrió cálidamente.

Seoyeon la miró con las cejas y labios fruncidos, luego suspiró rendida y le puso encima un gorrito de pescador.

—Si vas a pedirme las cosas y luego no vas a usarlas dejaré de comprártelas.

A pesar del tono cansino Somi no dejó de sonreír y pasó un brazo sobre sus hombros mientras volvían a caminar por el puerto, esta vez de regreso a la ciudad; estuvo un buen rato bajo el sol sin preocuparse de que la arena se le metería entre los dedos e incluso se le empaparía la cara, pero es que visitaban cada tanto tiempo Busan y Somi amaba el mar casi tanto como los casetes en la vieja caja que dejó su papá. Seoyeon pensaba que al menos su hija podría disfrutar de una de las cosas que más amaba ya que atravesó una pesada racha escolar los últimos meses, a pesar de que el examen estandarizado fue en noviembre y en marzo supo que fue admitida, el peso sobre los hombros de su hija no pareció aminorarse, sino que ahora parecía una lúgubre Somi a la que la acompañaba sobre su cabeza una nube gris relampagueante.

No quería presionarla, pero tampoco podía quedarse sin hacer nada, así que habló con su jefe, que de hecho es un hombre comprensivo y noble, y le dejó tomarse esa semana, aunque Seoyeon prometió encargarse de esas horas cuando regresaran a Seúl.

—¿Qué te parece si primero vamos por unas paletas heladas y después vas a cambiarte para la cita en la estética? —sugirió su madre mientras entraban a la zona de establecimientos.

Somi miró una tienda a lo lejos, la misma tienda de sus vagos recuerdos de infancia, quizá los pocos que conservaba.

—¿Cambiarme? ¿Qué hay de mal con mi aspecto?

La mayor la miró de pies a cabeza reparando en las chanclas que dejaban a la vista sus delgados dedos, todo cubierto de arena, después repasó sus shorts pesqueros lo suficientemente anchos como para hacerle perder la figura, y sobre ella una gran camiseta nada femenina, su cabello, por otro lado, estaba vuelto una mata de alborotadas y enredadas hebras de cabello oscuro. Ah, pero su cara, la linda y dulce cara de su hija no perdía su belleza con esos preciosos y grandes ojos claros como una semilla de castaña, y la armonía de su pequeña nariz con sus labios esponjosos dejaban claro que se trataba de una linda jovencita, una que llevaba arena de pies a cabeza.