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Ese momento donde te sentís que deberías dejar esta vida, nada te sale bien y todos están en contra tuyo. Sientes que ese metal filoso te atrae mucho, y tus muñecas son las víctima de tu dolor y tu odio. Escondes aquellas heridas de derrota de la sociedad, mientras finjo estar muy bien. Utilizas más pulseras para que nadie te descubra, pero de alguna forma alguien lo hace. Ves su pena en sus ojos, sus labios se mueven y solo se escucha que debes dejar de lastimarte.

Pierdes tu mirada en algún rincón de aquel sitio, te das cuenta que la gente solo esta a tu alrededor para decirte lo que debes hacer o para aconsejarte. Es el momento donde piensas, y lo piensas nuevamente, lo único que llegas a la conclusión es que te estas cayendo.

Esa sensación de que recibes consejos, pero nadie hace nada por ti.

Sigues aguantando el dolor de las primeras cortadas, aquellas últimas líneas se siente que tu dolor y tu enojo se esta disminuyendo. Lo repites una y otra vez, hasta que llega ese día que sobrepasas tu limite de tanto lastimarte. Siente que aquel olor a hierro que tan acostumbrada estabas, se hacía más notable, era un olor fuerte. Es ahí donde te das cuenta, que alguien te debe ayudar. Pero por el miedo que te vean mal, no lo haces, te callas y sigues.

Un consejo: Debes pedir ayuda, y si esto lo comenzaste como una curiosidad te pido por favor que lo evites, que lo dejes. Estas jugando con tu vida, y el dolor se puede superar de diferentes maneras. Yo esto lo viví, cuesta muchísimo seguir adelante sin lastimar tus propias muñecas. Siempre digo que las marcas que te quedan tanto físico como mental, son de derrotas.

Me encantaría poder ayudarlas o leer por lo que están pasando en sus vidas. No estoy aquí para juzgar, estoy aquí para contar lo que viví y vivo. No tengo ningún problema de que alguien hable conmigo sobre sus problemas, por eso cree este espacio.

Palabras Crueles (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora