Paradoja mental

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¿No es paradójico que cada ser humano difiera del resto en absolutamente todo, pero que a la vez guardemos tantas cosas en común?

Cada uno de nosotros, individuos ajenos al resto, crecemos en distintos contextos familiares, socioeconómicos, culturales, religiosos...

No obstante, dichas diferencias no consiguen destruir esa cuerda que nos une a cada uno de nosotros al nudo de la necesidad del autoconocimiento.

Cada ser humano experimenta crisis existenciales, puntos de inflexión en los que... para, medita, y se propone cambiar aquello que le impide un estado de ataraxia.

Se nos enseña a escribir, leer, a ser educados con nuestro entorno. Pero, ¿quién nos enseña a convivir con nuestro mayor limitante?
La mente.

Desde el momento de nuestro nacimiento, experimentamos el primer momento traumático de nuestra vida. Nos arrancan de la comodidad de estar en el vientre de nuestra madre, cálidos, protegidos... Para salir a un mundo en el que tendremos que valernos por nosotros mismos. Esa es nuestra primera herida de nacimiento.

Debemos de aprender a luchar contra las adversidades autónomamente, lo que significa una ruptura completa con la comodidad, seguridad, y felicidad de cualquier ser. Desde el momento que rompe el cascarón, o desde el momento que ves el primer rayo de luz en instancia. A partir ese mismo instante, eres tú, el responsable de salir adelante, y dicha responsabilidad te sumerge en un mar de inseguridad, miedo, e incertidumbre...

Es como si la naturaleza asumiera que somos capaces de salir adelante en cualquier circunstancia.
De hecho, lo somos. Pero nadie nos enseña a controlar la mente, nadie nos aporta las herramientas necesarias para conocernos e interpretar la realidad lo más neutramente posible.

Cada ser humano comparte esa inexorable sensación de vacío al pensar que si nosotros no lo hacemos, nadie lo va a hacer. Que somos los responsables de no hundirnos en la fosa de la depresión, arrogancia, avaricia, que aguarda lo mas superficial de nuestra mente. Que de nosotros depende el alcanzar la plenitud espiritual, la paz mental, y la despreocupación.

Esa es la lucha más dura que va a tener que batallar un humano a lo largo de su vida

El curioso camino del autoconocimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora