Llevo semanas sospechando que mi marido Steve me pone los cuernos: dice que tiene cenas de trabajo repentinas al menos dos veces a la semana, sus trajes vuelven a casa oliendo a mujer y tiene especial cuidado en mantener su teléfono movil lejos de mi alcance.
Nunca le he revisado los mensajes ni he hurgado entre sus cosas, pero su reciente conducta no me ha dejado otra elección. Es por eso que hoy, aprovechando que él estaba en la ducha, he conseguido hacerme con su iPhone con tal de confirmar mis sospechas. No veo nada extraño a primera vista hasta que decido entrar a Whatsapp.
Ahí tampoco veo nada raro, así que decido entrar a sus chats archivados donde solo hay una conversación, la de una tal Lisa.Abro el chat y lo primero que veo me deja sin respiración: una foto de un gran coño abierto. Sus labios son rosados y delicados y no hay ni un pelo que decore su hermoso chocho. La sangre me hierve e inmediatamente surge un malvado plan en mi cabeza. Me reenvío a mi conversación la foto, por si acaso él decidía eliminar las pruebas, y tecleo:
Hola, Linda. Te espero esta noche a las 10:00 en el hotel Princeton, habitación 204. Espérame desnuda y con los ojos vendados, me muero de ganas de devorarte.
Espero a que ella conteste con un Ok y vuelvo a dejar el móvil donde Steve lo había dejado. Pienso vengarme de esa puta cueste lo que cueste.
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Ya son casi las 10, así que cojo el coche y todos los materiales necesarios para llevar a cabo mi castigo y me dirijo hacia el hotel. No había podido dejar de mirar la foto de Lisa en toda la tarde, mirando esos labios carnosos y ese coñito húmedo y chorreante. Inevitablemente lo había estado comparando con el mío, demasiado abierto y un poco caído a causa de los años. Yo llevaba años sin depilarlo, los mismos años que hace que Steve no me tocaba, el hecho de que su concha sea tan hermosa me ha echo hervir la sangre toda la tarde.
Llego al Hotel y doy el número de habitación, me dan las llaves de la habitación y cuando llego a la puerta correspondiente entro sigilosamente con tal de no hacer ruido.
— Steve, ¿Eres tú?
Mierda, mi plan de no hacer ruido no ha funcionado. Avanzo un par de pasos hasta que logro ver a la zorra que acababa de destruir mi matrimonio.
Esta completamente desnuda, luciendo como la guarra que es. Sus tetas son grandes y firmes, con unos pezones del mismo color rosado que su vagina, la qual no esta visible pero conozco de memoria por la foto que llevo observando toda la tarde.
Tiene los ojos vendados y las muñecas detrás de su espalda, esperando de rodillas a que alguien le folle su estúpido coñito.Me acerco con pasos firmes y le hago una foto sin que ella lo sepa, mi plan es hacer público lo puta que es esta chica y destruir su vida igual que ella ha destruido la mia. No deja ver su coño, así que me pongo detrás de ella y la empujo con fuerza, haciendo que su cara y sus tetas toquen el suelo mientras que su culo sigue alzado, dándome una maravillosa vista de su coño.
— ¡Ah! ¡Steve! ¿Quieres hacerlo duro y sin hablar? Genial, rómpeme el coñito en silencio, papi.
Rio sin hacer ruido ante su pensamiento de que yo soy Steve, pobre perra ilusa. Aprovecho el momento para descargar mi ira y darle una fuerte nalgada en el culo.
—Aaaah, dame mas fuerte.
Hago caso a sus súplicas y le pego más fuerte, dejando mi mano marcada en su enorme culo. Le doy otra cachetada, y otra, con tal de desahogarme y darle a esa puta el castigo que merece. Le hago otra foto a su concha en primer plano y aprovecho su posición para observar toda su figura.