Allí donde se acaban los libros.
Era una de esas mañanas en que las nubes negaban el paso al Sol. La niebla inundaba las calles, desvaneciéndose ante los faros de los coches de Madrid. La humedad impregnaba el ambiente y calaba los huesos. Cuentan las leyendas que es en esos días cuando las almas de otros mundos visitan el nuestro.
Yo caminaba rumbo a la pequeña oficina que administraba la contabilidad de una de las mayores empresas del país. Descendí por la calle Alcalá y me adentré entre los árboles del Retiro. En el momento en que levanté la vista, descubrí lo tétrico que puede resultar una simple estatua cuando entre la niebla ves caer a Lucifer. Caminé hacia el estanque y una vez allí me detuve en su barandilla.
-Las siete y cuarenta. -pensé mirando mi reloj de cuero- Es pronto, esperaré aquí un poco.
Me entretuve intentando encontrar animales en el agua, pero la niebla no me lo permitió. Cuando ya decidí que se trataba del momento de partir, noté un frío aliento en el cuello que puso alerta todos mis sentidos. Cautelosamente giré la cabeza y, para mi asombro, descubrí a una persona tras mi espalda. Salté hacia atrás, y si no hubiese sido por el acero, habría acabado empapado.
-No debe asustarse, señor Martínez. Preciosa estampa, por cierto.
-¿Quién es usted? ¿Cómo sabe mi nombre? – intenté disimularlo, pero estaba entrando en pánico.
-Yo ya no soy nadie. ¿Sabe a qué me recuerda este lugar en este preciso instante? A las primeras historias de Daniel Sempere, sin duda- contestó sin permitirme responder.
-Lo siento, leer no es una de mis aficiones- intenté marcharme, pero el hombre previó mi movimiento y siguió a mi costado.
-Joven, puedo contarte gracias a mis años que, cuando llegué el día, lo que no pueda hacer tu cuerpo, los libros lo harán en tu mente.
-Vuelvo a sentirlo, pero todavía han de pasar muchos años para eso.
-Los años pasan más rápido de lo que parece, y más cuando no llenas el pensamiento de historias que no has vivido.
-Perdón, llego tarde al trabajo.
-Hagamos un trato. Mañana nos reuniremos a la misma hora en este mismo lugar -a la par que terminaba la oración extendió su mano derecha ofreciéndome unos papeles amarillentos, marcados en cuartos de guardarlo en el bolsillo-. Rezaban de título: "Relatos y poemas de la magia de las letras". Al pie, unos misteriosos signos cerraban la portada. - Simplemente léalo, deseará volver.
Desconcertado marché por la húmeda piedra leyendo una y otra vez aquella página. Había algo en ella que me atrapaba y que no me permitía percibir mi entorno. "¡No dijo su nombre!" grité, pero ya era demasiado tarde. Realicé una llamada telefónica y, tras discutir largo tiempo con mi compañero, conseguí un día libre en el trabajo. Con precaución, me senté en un banco de madera. Sentía como las pequeñas gotas de agua penetraban por la lana de mi grueso jersey. Temeroso tomé entre mis manos la primera página. Tras examinarla por ambas caras me decidí a leer. Noté un muy cuidado lenguaje, impropio de nuestro tiempo, con un carácter muy melancólico. Me inmiscuí en sus letras que, quién sabe si resultado de las condiciones meteorológicas que turbaban mi mente, o de las palabras, me trasladaron a un mundo ajeno de la realidad.
Me adentré en un mundo de sentimientos sinceros, presentados a flor de piel, sin tapujos, con una lírica sencilla sin nada que esconder. Hablaba del amor y del desamor, de la tristeza y la ira, reflexionaba sobre nuestra existencia y sobre el todo...En el mismo momento en que leí la última palabra descubrí que necesitaba esas líneas para completar mi vida, igual que otras personas necesitan el amor y la amistad.
Pensativo desanduve mi camino y me refugié en el pequeño piso del viejo edificio que tenía por residencia. Reflexioné sobre lo que había sucedido ese día y comprendí que debía volver al lugar en el que me encontré con mi inesperado acompañante.
A la mañana siguiente, cuando el temeroso Sol intentó sin éxito teñir con las primeras luces del alba las frías calles de Madrid, desperté con el único pensamiento que podía rondar mi cabeza en aquel instante: volver al Retiro.
Atravesé el umbral de la vieja puerta de madera del piso terminando de beber un gran vaso de café para despejar la mente y estar atento a cuanto pudiese suceder más tarde. Una fina bruma rodeaba a los peatones más madrugadores, los que, sin duda, se dirigían a su puesto de trabajo.
Alcancé el punto de encuentro acordado el día anterior, pero, para mi sorpresa, nadie se encontraba allí. Observando el enorme parque desierto, las dudas comenzaron a surgir en mi cabeza. "Todo fue producto de mi imaginación". "Será mejor que abandone el lugar y vaya a la oficina". Súbitamente una densa bruma cubrió el lugar. Empecé a mirar a mi alrededor buscando cualquier atisbo de vida humana sobrecogido por lo sobrenatural de la situación. El tacto de una fría mano en mi cuello erizó mi piel y me sumió en el máximo pánico que jamás había experimentado. Esperé lo peor y me preparé para lo que pudiese pasar. Una voz que me resultó familiar me tranquilizó.
-Veo que ha cumplido con su palabra.
-Excelentes rimas, le felicito. – fue lo único que conseguí articular en un tiempo. Examiné su apariencia extrañado por un tiempo. Vestía exactamente igual, pero, había algo en él que me resultaba extraño. Algo que no era humano, que no era real.
-Me alegro. Espero que le haya hecho reflexionar.
Extraje del bolsillo superior de mi americana los papeles y se los tendí. Él, con un grácil movimiento con la mano, los rechazó.
-Perdone, ¿pero ha escrito más poemas como estos? Desde el mismo momento en que observé la portada, una especie de fuerza sobrenatural me encerró en sus versos.
-Si bien la lectura no alarga la vida, puede hacerla más ancha -ignoró mi pregunta.
-¿Quién eres?
-Yo soy todos los escritos y todos los escritores, yo soy cada letra y cada palabra- comentó con una sonrisa enigmática-, mi forma depende de cómo se interpreten.
La bruma se interpuso entre él y yo. Un coro de voces fantasmales grabó en mi memoria unas palabras que jamás olvidaré: "Allí donde se acaban los libros, se acaban las personas".
Tras ello, el misterioso escritor giró sobre sus talones y se marchó entre la fría boira. Alargué mi mano para agarrar el cuello de su gabardina, pero se desvaneció entre mis dedos.
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Allí donde se acaban los libros
Mystery / ThrillerBreve relato el cual refleja la gran importancia de la lectura a través de la historia de un hombre que, como cualquier otro día, se dirigía a su puesto de trabajo. No obstante, su marcha se verá interrumpida por alguien quien cambiará su vida para...