𝕷𝖆 𝖈𝖔𝖓𝖉𝖊𝖓𝖆 𝖉𝖊𝖑 𝖆𝖒𝖔𝖗

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—No sé cómo ese sujeto se enteró de nuestra existencia, pero no puede seguir con vida— gruñó el Antiguo, mientras observaba las rosas de Naruto en el jardín.

—Algún vástago debe haber filtrado información— concluyó el conde.

—Sí, pero son miles de ellos y trece clanes diferentes. Es imposible saber cuál. Mientras tanto, debemos actuar. La mascarada que impusimos al terminar la inquisición, no puede ser destruida por un mísero humano. Ésta guerra a comenzado a implicarnos.

—Entonces debemos terminarla— el Antiguo asintió.

—Envía a Kiba a contactar con el clan Gangrel en Bélgica, él sabrá convencerlos para que ayuden. Debemos centrar el ataque en ésta zona— aconsejó.

—¿Kiba?— gruñó —Si lo envío con los vampiros bestia, lo perderé...

—Si es fiel a tí, se quedará a tu lado. Si no, pues te viene como anillo al dedo que se vaya— el Antiguo colocó una mano en su hombro —Arregla tu problema con ese humano. No me importa lo que hagas, pero te quiero vivo. Me mantendré en contacto— Naruto asintió y lo vió alejarse, rumbo a su auto.

El cielo estaba nublado como siempre, apenas dejando pasar los rayos débiles del Sol. Buscó la ventana de su habitación al venir la imagen de Sasuke a su mente. Cerró los ojos y pudo concentrarse en escuchar su respiración calmada. Se había vuelto a dormir después de aquel beso ¿Cómo no lo haría? Había bebido demasiado de él, hasta el punto del desmayo. Pero no se pudo aguantar, la rabia que le atenazó al saber de su escape, lo hizo sentir traicionado nuevamente.

El juramento de sangre era más fuerte de lo que esperó. Cuando se convirtió en vástago y supo de su existencia, no creyó del todo. La leyenda de que cada vampiro tiene un recipiente destinado para él, del cual, si bebe, no podrá hacerlo de ningún otro; se escuchaba como palabrería de brujas. Pero existía, era una trampa inevitable, una vez que éstos dos individuos se encontrasen, ninguno podría separarse del otro y seguir con vida.

 Pero existía, era una trampa inevitable, una vez que éstos dos individuos se encontrasen, ninguno podría separarse del otro y seguir con vida

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Sasuke, después de despertarse, sintió un hambre voraz, así que dejó la habitación rumbo a la cocina. Allí encontró a Temari, afanada en su cena. La vampira lo miró y luego volteó el rostro. El gesto le pareció brusco, tal vez estaba molesta.

—¿Podría obtener algo de comer?— preguntó.

—Tu comida estará lista en una hora, pero si aún así no quieres esperar, puedes ir al bosque de nuevo. Estoy segura de que encontrarás algo allá— siseó.

¿Le estaba recriminando el haber huido? Decidió no decir nada en respuesta y la dejó sola, pero al salir, Shikamaru pasó a su lado y le dedicó una mirada de desdén antes de alejarse. El ambiente ya era tenso, pero de repente parecía intensificado. Al parecer no le había molestado su escape al conde solamente ¿Pero por qué? ¿Acaso no era su enemigo?

Suspiró resignado con la nueva situación y se dedicó a recorrer los pasillos, observando los cuadros en las paredes para pasar el tiempo. Habían muchos de Naruto, en todos lucía jóven y apuesto, a pesar de que se notaba que algunos eran mucho más antiguos que otros.

Al final de uno de los corredores, el sonido de la música llamó su atención. Era un piano con una melodía melancólica que, mientras más se acercaba, más le erizaba la piel.

En una habitación parecida a un estudio, observó un piano blanco en el centro, por la rendija de la puerta. El conde estaba sentado en el banquillo, deslizando los dedos por las teclas en una melodía miléflua y perfectamente ejecutada. Sasuke se petrificó en el lugar, la escena lo había cautivado por completo. El príncipe vampiro, con los ojos cerrados, sentía la música en cada nota que daba. Lo sabía por su expresión. Era simplemente hermoso, lo que antes le parecía un monstruo, ahora se veía como un ángel caído ¿Pero desde cuándo lo percibía de esa manera?

Naruto, en medio de su hacer, volteó a verlo y contrastando con lo triste de su melodía, le sonrió. Sasuke abrió los ojos con sorpresa y sintió su rostro arder ¿Qué rayos le pasaba?

—Acércate, siéntate a mi lado— dijo el conde, volviendo al piano. Pero Sasuke no se movió, así que levantó una mano y después de un gesto, el cuerpo del capitán le obedeció e hizo lo ordenado.

—¿Siempre me obligarás a hacer lo que no quiero?— espetó, luego de que su trasero tocó el banquillo.

—Estoy acostumbrado a salirme con la mía, capitán— sonrió nuevamente, de una forma más pícara —Además, hemos hecho varias cosas para las que no te he tenido que obligar ¿No es así?

—Solo es sexo— bufó, siguiendo el movimiento de sus dedos sobre las teclas blancas y negras.

—¿Solo sexo?— inquirió —De acuerdo— pegó un sonoro golpe en el piano —Tengamos "solo sexo" ahora.

—¡¿Qué...?!— reclamó, pero el conde ya había bajado la tapa del piano y rodeado su cintura.

—Cuando seas más sincero contigo mismo, cuando dejes de resistirte a tu destino... cuando me dejes llegar... ya no será "solo sexo". Entonces, me pregunto si serás capaz de percibir los sentimientos que plasmé en ésta melodía— acarició su mejilla con la nariz, haciéndolo estremecer.

—¿Sentimientos?— preguntó con sarcasmo —Apenas me conoces, me detestas, soy tu enemigo y eres vampiro. Solo me quieres comer.

—Parte de eso es cierto— sonrió ladino y le robó un beso.

Sasuke, un poco molesto por su manipulación, intentó alejarlo, pero su reticencia duró menos de un minuto.

Allí estaba de nuevo, entregándose. Ya había dejado de pensar en el por qué, estando con él, su cuerpo y sangre dejaban de pertenecerle.

Naruto lo sujetó fuertemente para ponerlo de pie y sentarlo sobre la tapa de teclado. Luego dejó sus rojos labios y comenzó a besar su cuello con fiereza, arrebatándole jadeos y provocando que su pantalón comenzara a sentirse apretado. Sacó la camisa de la faja de éste y se la quitó por encima, para deslizar la lengua por su pecho, mientras buscaba sus ojos. Sasuke sujetó su cabello rubio sin querer que se alejara. No huyó de su mirada azúl intenso, ya no pensó en lo que era o lo que sería todo a su alrededor. Solo eran Naruto y él, en esa sala del piano.

—No entiendo— murmuró en medio de un suspiro, cuando la lengua fría del conde tocó uno de sus pezones y luego chupó de él.

—Sí lo entiendes— dijo éste, arañando ligeramente su espalda con las garras.

—Pero solo ha pasado una semana, y yo nunca...

—Para todo hay una primera vez, Sasuke— gruñó sobre su piel. El capitán arqueó su espalda sobre el instrumento cuando Naruto sacó su erección y comenzó a acariciarla.

—Pero yo... yo no quiero. No soy débil— jadeó compungido.

—Yo tampoco, pero aquí estamos. Amar no es ser débil, condena mía— exclamó, incorporándose y despojándose de su camisa —Yo te lo demostré

 Amar no es ser débil, condena mía— exclamó, incorporándose y despojándose de su camisa —Yo te lo demostré

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VAMPIRE (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora