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No era un secreto que la confianza de todos con lo que respecta la propia seguridad de Cale ya se había roto por completo. Alberu aún después de varios meses cada vez que cerraba los ojos recordaba la grabación de Cale apuñalándose a sí mismo, la sangre que empapaba su ropa y su tez como si de un muerto se tratase. Aquella imagen lo perseguiría por bastante tiempo, al igual que su impotencia.
Si se hubiera enterado antes de la intención del hombre lo habría detenido sin dudar.
¿El reino?, No importaba. Primero iba el pelirrojo, lo otro se solucionaría de alguna forma. Aquella forma de pensar sabía que iría contra los pensamientos de su yo del pasado, pero directamente no quería gastar sus energías en negar que Cale no era su prioridad cuando si lo era.
— ¡Esto es abuso de poder! — Bramo Cale con enojo golpeando la hoja sobre la vacía mesa — Recházalo, no lo hare.
Cale mantuvo su cabeza firme y una expresión neutral. Su mirada se dirigía sobre el príncipe heredero que se encontraba sentado frente a su escritorio, con su cabeza apoyada sobre su mano, y una sonrisa de lado. La luz del sol entraba por el ventanal detrás suyo haciendo que sus mechones parecieran aún más dorados.
— Si te niegas a hacerlo estarás rompiendo una orden directa de la realeza, y serás juzgado como tal
— ¡Alberu!
Ante aquella respuesta que no lo complacía Cale grito el nombre del contrario con su rostro contorsionado del enojo. En su cabeza pasaron mil y un palabras que podían ir dirigidas al príncipe heredero, pero aun así las contuvo, se levantó de su lugar y con paso firme se dirigió hacia donde se encontraba sentado Alberu. Y entonces coloco el papel frente a su cara, casi golpeándolo con él.
— ¡Me prometiste que me ayudarías a tener mi vida de holgazán esto es todo lo contrario!
Frente a Alberu se encontraba el papel que el mismo habia firmado días atrás; su contenido era simple y conciso, declaraba a Cale como su primer ministro y se le anunciaba cuando tendría que tomar su puesto. En aquella hoja se encontraba solo su firma y el sello real. No se necesitaba nada más, y si alguien dijera lo contrario no sería tomado en cuenta.
— Lo dije, lo recuerdo — Exclamo con calma tras leer el papel y luego alejarlo desinteresadamente — Pero tú también dijiste muchas cosas, y no las cumpliste. ¿No es así? — La expresión incrédula de Cale sin dudas era algo de lo que burlarse, lamentablemente él no se encontraba del mejor ánimo para realizarlo y el culpable estaba frente a él.
