Único

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Gojo rodeó la cintura del menor, llevando sus labios hasta su cuello para dejar muchos besitos ahí, teniendo como respuesta una risita del otro.

— Me haces cosquillas. —dice el menor, tomó el rostro del albino entre sus manos y acarició sus mejillas.— Todo estará bien, ¿Si? Te amo.

Finalizó juntando sus labios con los ajenos de manera lenta, disfrutando de la suavidad que poseían estos, quería demostrarle todo lo que le hacía sentir, transmitirle todo el amor que le tenía.

El mayor camino con cuidado hasta llevarlo a la cama, recostándolo mientras se posicionaba entre sus piernas y seguía besándole, comenzando a desnudarlo lentamente, besando cada parte de la suave piel de su amor. Yuuji también hizo lo mismo, quito cada prenda mientras apreciaba el buen cuerpo que cargaba su novio.

— ¿Te gusta lo que ves? Sé que tengo tremendo cuerpo, me encargo de ejercitarlo para que tengas una excelente vista. —mencionó divertido, su pequeño lo estaba devorando con la mirada y eso no hacía más que alzar su ego. Sabía que era un dios griego.— Aunque tú cuerpo es mi favorito, me encanta como se ve tu piel con las marcas que te hago, es simplemente hermoso.

Itadori se sonrojó y volvió a besarlo, había mucho que decir pero prefería hacerlo con acciones, quería que Satoru le hiciera el amor, que adorara cada parte de su cuerpo como tanto le gustaba.

— Hazme el amor. Hagámoslo tantas veces sean posibles, no me importa si despertamos a los demás por el ruido que hagamos. —no pudieron evitar reírse ante ello. Adoraba esa actitud de su Yuuji, su lindo y hermoso Yuuji.

Lo beso una vez más antes de bajar por su cuello, besando y marcando tanto cómo pudiera, llegó a uno de sus pezones y miro por unos segundos al pelirosa, su mirada llena de lujuria pidiéndole que lo hiciera y no espero más, rodeó con sus labios aquel botón, chupándolo y lamiéndolo, obteniendo como aprobación los dulces gemidos de su novio. Hizo lo mismo con el otro, provocando que Itadori se arqueara, ansiando por sentir más de esa húmeda y traviesa lengua.

— Más, Gojo-sensei... necesito más. —gimió mientras abría sus piernas, dándole a entender al mencionado lo que quería. Lo quería, no, lo necesitaba tanto.

Satoru hizo caso a la petición, él también necesitaba sentir a su pequeño, embestirle y escuchar sus gemidos pidiéndole por más. Lamió sus dedos hasta dejarlos empapados de saliva, los guió hasta su entrada, moviéndolos en círculos y rozándolos, provocando que el pelirosa moviese sus caderas en busca de más.

— No seas impaciente, amor. —dice mirándole con diversión, su niño se miraba tan lindo suplicándole con esos hermosos ojitos.— Iré lento. Créeme, yo también ansío tanto hacerte mío toda la noche, pero no quiero hacerte daño.

Después de decir aquello, metió uno de sus dedos haciendo que él menor soltara un quejido, espero a que se acostumbrara a la repentina intromisión y comenzó a moverlo, luego se convirtieron en dos dedos, los cuales movía ágilmente en aquel cálido interior, no quería imaginar cómo se sentiría su pene dentro, siendo abrazado por ese increíble y apretado agujero, de tan solo pensarlo su hombría palpito.

Su pequeño Yuuji siempre le regalaba las imágenes más lindas del mundo; tenía el rostro sonrojado, sus bonitos labios entreabiertos soltaban varios gemidos y sus preciosos ojos le miraban llenos de deseo. Sabía lo que quería, ambos estaban en la misma situación, deseaban tanto sentirse, demostrarse todo el amor que se tenían.

— Gojo-sensei, vamos... no puedo esperar más. —la dulce y desesperada voz del menor le volvió loco, verle suplicarle le hacía perder todo el control.

Para toda la vida | GoYuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora