Amor en Starish

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Tokiya se encontraba en la sala de reunión de todo el grupo de Starish, pero, en esta ocasión estaba solo, quería pensar y que mejor lugar que ese en esos momentos, no quería tener revoloteando a Otoya, ya que él precisamente era la causa de su pesar, lo tenía completamente confundido, él, el principal que decía que un idol no se podía enamorar, que estaba completamente prohibido, estaba cayendo en ese abismo, por eso no quería tener cerca al pelirrojo, si al pelirrojo, porque no era por Nanami, no, era ese pequeño pelirrojo hiperactivo y desordenado, el cual lo sacaba siempre de sus casillas. El que se llevaba regaños y demás, el que se había colado en sus pensamientos de esa manera.

Debía ser consciente de lo que se le vendría encima si seguía con esos sentimientos, además, a sus ojos el pelirrojo estaba completa y totalmente enamorado de Nanami, y eso era algo que en algunas ocasiones le desgarraba el alma. Justo como en esos momentos en los que se  había asomado a la ventana y podía ver perfectamente como Otoya correteaba al lado de Haruka, la cual sonreía. No sabía lo que se traían entre manos esos dos, pero siempre salían, todos los días a la misma hora.

A pesar de dormir en la misma habitación, no había logrado sacarle ninguna información, ya que el menor siempre le esquivaba, así que ya se había resignado. De igual modo tenía miedo de que algún día su compañero llegase diciendo que finalmente había conseguido tener una relación con la joven. Aunque esta era por demás inocente, nunca se había dado cuenta de las intenciones que tenia con ella el propio Cecil, al cual habían tenido que apartar un par de veces de en medio, para que no se propasase con ella, aunque igual parecía que con el tiempo se había moderado un poco.

Con un poco de pesar y un mohín de disgusto se separó de la ventana, aunque aun se podían escuchar los gritos y vítores de Otoya. Se llevó una mano a la frente y cuando alzó la cabeza pudo ver ahí a Ren, uno de sus compañeros.

-¿No crees que deberías decirle ya?- Comentó el de cabellos rubios anaranjados al mirarlo.

-No sé de lo que hablas Ren- Tokiya intentó quitarle hierro al asunto, pero, sabía que Ren, hablaba con bases, no por nada era el que más sabía de esos asuntos, y quien siempre estaba dispuesto para un consejo amoroso.

-No tienes que negarlo, se te nota, y bueno, si no vas a hacer nada al respecto, luego no te quejes si te lo quitan...-El rubio se dio la vuelta y se fue despidiéndose con la mano- Nos vemos en la grabación del comercial Tokiya, no te retrases.

El pelinegro suspiró al notar como su rubio compañero salía por la puerta, se sentó y se llevó las manos a la cabeza. Sabía que tenía razón pero... ¿Cómo podía arriesgarse por un hombre?  Es más, ambos eran idols, no podían amar... Aunque debía explicárselo a su corazón, que parecía que no comprendía esas palabras, que con tanto empeño se había repetido, desde que ese pelirrojo se había metido en su vida.

En esos momentos ya no quería pensar más en eso así que cerró los ojos y se puso a cantar una de las melodías que Haruka. Tan concentrado estaba que no se dio cuenta de la persona que en esos momentos se recargaba en la puerta y lo observaba con curiosidad y sin hacer absolutamente ningún ruido, cosa muy rara para alguien con su temperamento y su hiperactividad innata.

Cuando Tokiya abrió los ojos al final de la canción, en la cual, esta vez había plasmado todos los sentimientos que habían en su interior, no podía creer quien estaba en la puerta recargado en esta, mostrando una inmensa sonrisa.

-¿Otoya?- ¿En qué momento había llegado que no se había dado ni cuenta?  Intentaba no ruborizarse para que el otro no se diera cuenta -¿Qué haces aquí? –

Intentó no ponerse nervioso, no debía exponer sus sentimientos ante él, ahora eran amigos y una cosa que ahora le aterraba era perder su amistad por completo, así que debía mantener las apariencias.

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