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Nuestra gatita llegó sana y salva a su hogar, dónde estaba la madre de Lisa buscándola.

— ¡Aquí estás!— Grito la señora y la abrazo y repartió besitos por su linda y peluda carita.

— puurrr.

— Estaba asustada mi bebé linda, los de la perrera se las dan de arrechos, si te veían te agarraban.— Dijo para soltar un suspiro de fastidió porque justo en ese momento paso el camión de la perrera con un señor de unos treinta y con cara de ser bien odioso.

— ¡Ja!, Iba a llevarme a esa gata cuando la ví hace rato, se salvó está vez.— Dijo con todo el cariño del mundo (mentiraaaaaaa).

— Mira coño de tú madre, la masa no ta' pa' bollo y mi paciencia tampoco. Le tocas un pelo a la gata y te mocho las bolas— Dijo mientras lo señalaba con el dedo y la vena apunto de explotarle.

La señora no tiene tanta paciencia que digamos, eh.

Jennie estaba enojada, ese tipo se llevó a muchos de sus amigos gatunos y perrunos de la calle. El hombre se bajó del auto y empezo a retar a la señora (lo cual es algo que normalmente pasa siempre que se ven).

En una de esas ¡Zas!, La gata se le tiró y empezó a rasguñar lo, de vaina y no le saco el ojo ¿Oyó?.

— MALDITA GATA.

— JAI, TÓMALA MAMAGUEVO, OJALÁ ELLA TE HUBIERA SACADO UN OJO.

¡La Gata De Lisa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora