|Capítulo 29|

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Lea

Terminé de vestirme luego de salir de la ducha y me dirigí a mi habitación. En un bolso guardé mis tarjetas de crédito, mi identificación, dinero, mi celular mi perfume, mi desodorante y un labial rosa palo. Traté de disimular los chupones de Bruno en mi cuello con un poco de base y había funcionado.

Sé que a ninguno de mis chicos les gustará la forma en la que me vestí, pero es mi cuerpo y yo decido qué me pongo y qué no

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Sé que a ninguno de mis chicos les gustará la forma en la que me vestí, pero es mi cuerpo y yo decido qué me pongo y qué no. Hoy en día hay muchos casos de violaciones, y lo primero que dicen los hombres para justificarse es: "Se visten como se visten, y pasa lo que pasa".

El derecho de decidir cómo nos vestimos no tiene nada que ver con el respeto que merecemos, ambas son cosas muy diferentes. Podemos vestirnos como queramos y aun así debemos recibir el mismo respeto. Que no nos digan nunca que ropa debemos llevar, mejor que le digan a los agresores que no violen.

Lamentablemente hoy en día tienes que cuidar hasta lo que vistes y por dónde caminas. Un día puedes salir tranquilamente de tu casa y nunca llegar. Aun teniendo ropa abrigada y que nos cubre el cuerpo, pasas por una calle y ya te gritan cosas obscenas.

La ropa nunca fue el problema, el problema es de ésta sociedad abusiva y enferma que ve a las mujeres como objeto y en varias ocasiones nos tratan como tal.

(...)

Bruno y Dante tuvieron que viajar a otra ciudad por motivos de trabajo y regresarán hoy en la noche o quizá en la madrugada. Hicimos una pequeña vídeo-llamada para despedirnos y yo quedé de ir a buscar a Lucca a la empresa.

Estacioné mi auto en el estacionamiento de la empresa y me adentré a ésta misma. Los guardias me dejaron pasar inmediatamente y emprendí camino hacia la oficina de Lucca. En el camino choqué con un fuerte pecho, no tanto como el de mis chicos, y perdí el equilibrio. 

Las manos del chico frente a mí fueron a parar en mi cintura y me ayudó a estabilizarme correctamente. Lo detallé completamente y debía admitir que era un chico apuesto.

Su cabello era castaño, sus ojos eran negros, sus labios eran gruesos y varias pecas adornaban sus mejillas y el puente de su nariz. Era delgado pero a simple vista se veía que el chico se ejercitaba.

-Lo siento, no te vi- se disculpó aún con sus manos en mi cintura.

-Descuida, tampoco te vi- le di una sonrisa incomoda y me aparté un poco de él.

-¿Te encuentras bien? ¿Puedo ayudarte en algo?- no me pasó desapercibida la forma en la que miraba mis senos.

Rodeé mis ojos y coloqué mis manos en su pecho para alejarlo de mí.

-No, gracias- sonreí incomoda y él entrecerró sus ojos.

-¿Crees que pueda invitarte un helado o un café?- cruzó sus brazos encima de su pecho, logrando que sus brazos se tensasen y se notaran más sus músculos.

Lea [SUSPENDIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora