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8 oct 2019

Después de incharnos a macarrones decidimos invadir el salón y ver una peli todos juntos, pero la idea fracasa puesto que no somos capaces de ponernos de acuerdo en que peli ver.

—¿No pensáis hacer nada?. — rompe el silencio Ona.

— Claro que sí. — contesto yo.

—  ¿El qué? Porque no te veo con ganas de hacer nada. — me responde ella.

— Intentar echarme la siesta, ¿te parece suficiente?— digo a la vez que me acurruco en el sofa del que me he adueñado.

— Son las 6 de la tarde, paula. — suelta mi hermano.

— Genial, todavía tengo un par de horas para dormir. — cierro los ojos para intentar dar por terminada la conversación, pero se ve que ellos siguen con ganas de más.

— ¿es lo único que piensas hacer en toda la tarde?

— Claro que no. — digo sin abrir los ojos.

— ¿Y qué más vas a hacer? — mi hermano el plasta no se cansa y sigue insistiendo.

— No lo sé, todavía. A las ocho si eso me despertáis si tenéis un plan divertido. — propongo.

— ¿y qué es un plan divertido para ti? — pregunta Andrea.

— Emborracharse. — suelta mi hermano.

—Oh, venga. No sólo eso me divierte. Esto no es alcohólicos anónimos. — me defiendo.

— Pues di otro plan.

— Mmm, ¿secuestrar niños y venderlos por wallapop? — propongo la idea más estúpida que se me ocurre para ver si se callan ya.

— Un poco ilegal por tu parte eso. — opina ahora el canario.

— Solo es ilegal si te pillan. — le guiño el ojo acompañando la frase y él suelta una carcajada

— ¿Algún otro plan, un poco menos ilegal?

Dejarme echarme la siesta, eso sí sería un buen plan.

— Paula, te hemos oído.

— uis, ¿lo he dicho en voz alta?

Al final, como era de esperar, no me dejaron echarme la siesta. Y si no hay siesta, hay fiesta. es mi regla número 1.

así que, sí. les convencí para hacer una pequeña fiesta. sólo de pensarlo se me escapa una sonrisilla maligna.

hay que aprovechar que mis padres están de viaje y no vuelven hasta el martes, y que hace un día perfecto para fiesta y piscina. un poco raro teniendo en cuenta que estamos a finales de octubre, pero no me voy a quejar.

ahora estamos charlando sobre cómo nos organizamos.

¿charlando? estáis peleando.

la voz de mi hermano me saca de mis pensamientos.

— A ver, está claro que necesitamos bebidas y comida. Y yo no voy a ser quién vaya acomprarlas. — exclama el caballero Riqui Puig.

— Tu amabilidad brilla por su ausencia, hermanito.— digo yo.

este ignora mi comentario y continúa hablando.

— creo que estamos todos de acuerdo en que, cómo tú has propuesto la idea de hacer una fiesta, tú debes encargar te de ir a comprar las bebidas y la comida. — propone  mi hermano

— ¡Yo flipo! Primero no me dejais dormir mi sagrada siesta, y luego me obligáis a levantarme del sofá. — me cruzo de brazos.

— Deja de quejarte o no hay fiesta. — amenaza.

ʳᵉᶜᵘᵉʳᵈᵒˢ · ᴾᵉᵈʳⁱ ᴳᵒⁿᶻᵃˡᵉᶻDonde viven las historias. Descúbrelo ahora