Desde que tengo memoria siempre he sido posesiva con lo que me gusta, tanto material, animal y humano.
No se por que, tal vez se deba a que np hacia muchos amigos en mi infancia y tener uno me hacía tan feliz que no queria soltarlo nunca, aún no lo se, no me queda claro a que se deba esa obsesión.
Las personas que quiero son como juguetes, juguetes en una mesa que mantengo conmigo y adoro, en mi mente creía que estos estarían siempre conmigo, me serían fieles y nunca se irían de mi lado, que boba fui, mis juguetes también se van, me tocaba ver como se encariñaban con un nuevo dueño o como poco estos se alejaban de mi, me visualizo en una gran silla sentada y viendo como estos juguetes corren, caminan, brican lejos de mi.
Cuando creí que ya no había esperanza en que se quedarán empezo a darme igual, al final sólo los usaba para mi soledad y ellos a mi, eso creí hasta que llego un nuevo juguete, una conejita muy linda, pequeña y especial, me encantaba jugar con ella pero temía que se alejara de mi y consciente o inconsiente la afarre a mi, la conejita me dijo que no le importaba, que estaría conmigo siempre, que me amaría a mi siempre, en ese momento lo creí, si... Lo creí, que idiota fui.
Al crecer obtuve un trabajo y no pude jugar más con mis juguetes, no tenía tiempo, pero a la conejita no le importó, me dijo que esperaría por mi, que estupidez, como todo lo que llega a mi vida, ella también se fue, miro a un portador nuevo y se alejo de mi sin darme cuenta, cuando me di cuenta ya era tarde.
Otra vez me dejaron sola, ni siquiera mi mejor juguete se queda conmigo, el por siempre no existe, las promesas se rompen, yo estoy rota.
Todos mis demás juguetes se irán con el tiempo y yo me quedaré sola de nuevo en este mar de oscuridad e soledad.
No crean en cuentos de hadas, no existen, aún cuando se los prometen, estos siempre se rompen.
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